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La Guardia Civil es mucho más que un instituto armado. Está formada por hogares diseminados por casas cuartel de España y Cantabria, unidos en una familia militar que compartimos sentimientos cotidianos de alegría, preocupación o, ahora, el luto por el asesinato de dos compañeros en ... acto de servicio: David Pérez Carracero y Miguel Ángel González Gómez. A ellos, como a los heridos en este atentado náutico, a sus hijos, padres, esposas, a sus parientes y amigos, a los compañeros guardias civiles, gratitud, amor y ánimo desde estas líneas de El Diario Montañés.
La Guardia Civil cumple el compromiso de hacer una sociedad pacífica y segura, asumiendo cada agente en su hogar y en la propia Benemérita los riesgos del combate contra el mal. Como ahora, cuando la pérdida de estos dos compañeros lacera nuestros corazones, y estremece el de los ciudadanos honestos. Porque el pueblo español es bueno, a pesar de los miserables que, desde los muelles, animaban a los narcotraficantes cuando remataban a los heridos guardias pasándoles por encima una y otra vez con las poderosas lanchas cargadas de droga. Asesinato a sangre fría, no fallecimiento, porque en Barbate, a pesar de la escasez de medios, la desproporción logística y numérica, y no abrir fuego contra los narcotraficantes para detenerlos sin matarlos, nuestros agentes fueron asesinados.
Los guardias civiles, con sus familias, como recuerdan los atentados etarras, asumen cada jornada un desafío de muerte y vida, componiendo individual y colectivamente uno de los mejores y más operativos cuerpos de seguridad del Estado del planeta. Una capacitación técnica, intelectual y emocional, con independencia de su empleo, forjada en sus valores de espíritu de sacrificio, valentía, abnegación, generosidad, humildad, integridad y hasta donación de la vida si es menester. Porque ser guardia civil no es sólo un medio de vida o una profesión sino una vocación al servicio de la paz y la seguridad de España y los españoles.
Virtudes presentes en nuestros compañeros David y Miguel Ángel, quienes como héroes han colmado el juramento del lema de cada cuartel, 'Todo por la Patria', ideal en el que «el honor es mi divisa». Honor, regula el artículo primero del Reglamento para el Servicio, que «debe conservarse sin mancha, porque una vez perdido no se recobra jamás». Inmaculado honor de ellos y de cada agente consagrado al orden público, justicia y libertad del pueblo español, del que nacen, son y mueren nuestros guardias civiles.
Durante los casi diez años como cura de aldea con mis vecinos de Lamasón, en cualquier problema o dificultad, una riada, un incendio, una nevada que incomunicaba las aldeas, un ganadero que no regresa de atender el ganado por Tanea, Arria y Peña Sagra, un accidentado herido, un anciano enfermo, un niño pedido al recoger castañas y nueces en sus bosques, el cuartel de la Guardia Civil de Puente Nansa, dependiente de San Vicente de la Barquera, a la hora que fuese, de noche y de día, siempre respondió a las llamadas telefónicas del alcalde o de este párroco pidiendo auxilio para sus vecinos, y ellos fueron ángeles protectores para nosotros los masoniegos, como lo son para todos los cántabros y españoles. Al igual que en Jaca y el resto de España vigilan las carreteras, arriesgan sus vidas cada rescate en cimas y costas, durante riadas, aludes, incendios o terremotos, y a todas las personas cuidan, siempre, como entonamos en nuestro himno, como «defensores del orden y de la ley».
Labor asistencial y protectora completada con su misión militar, jurídica y policial de defensa del orden y la ley persiguiendo el crimen, el narcotráfico, las mafias, la corrupción, el terrorismo y el delito en general. Donación absoluta que los españoles agradecen y rinden homenaje en dramas como el acontecido en las negras aguas de Barbate. Un capítulo más del duelo de violencia y paz, maldad y virtud, muerte y vida, en el que nuestra Guardia Civil defiende España. Combate al terror, la injusticia y la iniquidad en la que la capacitación militar, técnica y operacional de sus miembros, insisto, es un modelo para otros países. Pero cuyo esfuerzo requiere del Estado y su Ministerio de Interior los más modernos y eficientes recursos materiales, logísticos y tácticos, además de personal destinado, para cumplir con mínimas garantías de seguridad y éxito su misión.
Son otros dos funerales en los que nuestra familia de la Guardia Civil asume con entereza la pérdida de sus hijos, David y Miguel Ángel, quienes «con su sangre la empresa rubricaron. Por la Patria morir fue su destino, querer a España su pasión eterna». Centinelas de la paz, con honor ya rinden novedades a Dios. Y, aquí, caiga la justicia humana sobre los asesinos, cooperadores y responsables de este crimen contra España.
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