Ni un joven menos

No hay futuro sin juventud y no hay juventud sin empleo de calidad. Y es que se estima que en la última década unos 40.000 jóvenes emigraron a otras provincias o al extranjero. Hoy ya son 137.000 cántabros los que residen fuera.

No podemos esperar más a revertir esa tendencia. No, si queremos ofrecer a nuestros hijos e hijas alternativas laborales al modelo de turismo descontrolado y masificado que ha continuado y promovido el Gobierno de Revilla. Un modelo cuyas consecuencias a largo plazo podemos ver en las costas levantinas y que debemos regular ya para hacerlo sostenible.

Urge incentivar industrias emergentes, como las biociencias o las tecnológicas, en las que Cantabria forma a buenos profesionales, apostar por la I+D+i, generar un ecosistema apto para la innovación y el emprendimiento empresarial, reforzar la competitividad y sostenibilidad de nuestras industrias metalmecánica, química, agroindustrial o automotriz o ejecutar el plan de reindustrialización para Campoo y Besaya, que fue aprobado por el Congreso a iniciativa de Podemos en la pasada legislatura, entre otras cosas. Solo con una visión clara y determinada podremos ofrecer a nuestros hijos e hijas una Cantabria no solo para visitar, sino donde vivir y trabajar.