70 es un número que genera energía positiva, propio de soñadores, grandes artistas y amantes de las artes. No sé si las personas que están detrás del Festival Internacional de Santander son muy conocedoras de la impronta de este número milenario pero el FIS 2021 ... ha sido un festival que despierta gozoso de meses de incertidumbres sanitarias y musicales. Agosto 2020 pasó y el actual agosto ha estado lleno de regocijos musicales, el FIS de las alegrías y de la recuperación de su primer apellido: 'internacional'.
Resumir veintiséis días de actuaciones y cuarenta y cinco espectáculos no es tarea sencilla, pero vistos y oídos una buena parte de ellos (hubo días con dos y tres conciertos a la vez en escenarios distantes) hay una constante: propuestas de calidad, con algunos músicos, ballets y orquestas de los mejores del mundo. Hubo artistas de los cinco continentes, españoles y europeos por doquier, con grandes solistas.
El repaso personal de estos tiene que empezar con la maestría absoluta de la pianista Mitsuko Ushida tocando el piano de una manera muy limpia, llena de delicadeza para una música de Schubert seductora. Un sonido realmente hermoso. Más pianistas estuvieron a este nivel, sea el genio ruso Sokolov, un Joaquín Achúcarro dominador de Brahms y ese excelente acompañante de la marca Mutter que es el estadounidense Lambert Orkis. Algún otro no tuvo su día rodeado por los I Musici, con música de Bach, o abusaron del gesto ostentoso en medio de orquestas que tocaban a Listz o Ravel.
El apartado de violinistas no lo encabeza la correcta ejecución de Anne-Sophie Mutter, sino Julian Rachlin con la OPL luxemburguesa, en un concierto de Mendelssohn brillante. Marco Fiorini sostuvo las coloridas 'Cuatro Estaciones' de Vivaldi y Leonidas Kavakos parecía tener la cabeza en algún lejano lugar al que le llevaba su Stradivarius. En este desfile de cuerdas también debería estar presente la santanderina Irene Benito, que con el grupo La Spagna mostró su progresión y dominio de Haydn.
Solistas de otras cuerdas destacados fueron los hermanos Zapico con su tiorba y guitarra barroca, el descubrimiento del joven violonchelista inglés Sheku Kanneh-Mason o la versatilidad de Guillermo Turina con dos ensembles diferentes. Y dos sorpresas agradables: el poderío, ritmo y encanto del trompetista venezolano Pacho Flores (capaz de pasar con la gallega RFG del argentino Piazzolla al mexicano Márquez como un vendaval apasionado, tierno y bienhumorado) y el percusionista valenciano Juanjo Guillem, otro huracán de ritmos con Neopercusión o con los timbales de la OCNE.
Orquestas y directores
Por Santander pasaron tres de las cuatro mejores orquestas españolas, dos de las mejores orquestas europeas y tres grandes agrupaciones de música antigua -alemán, inglés e italiano- especialistas en Bach, Haëndel y Vivaldi. Nivel muy alto en todas ellas en noches que permitieron comparar estilos de dirección y formas diferentes de entender épocas musicales. Comedido y pulcro Paul Daniel con la gallega RFG, germánico el valenciano Gustavo Gimeno con la OPL, versátil el ovetense Pablo González con la OCRTVE, puntilloso y sin batuta el alemán David Afkham con la OCNE, radiante y recién vacunado Iván Fisher (Budapest, 1951) en el cierre con la BFO. Un final en el que la orquesta húngara se transformó en coro: una pequeña revolución escénica, cada músico en su tesitura y todos cantando -¡en checo!- un canto para coro mixto de Dvorák. Apoteósico final del FIS.
Un FIS donde abundaron los llenos de un público con ganas de conciertos, ahora ajustados a esos 80-90 minutos sin descanso. En los Marcos Históricos subió la calidad de la oferta, no siempre presentada en el 'marco' (léase carpa) adecuado. En ellos la ausencia de programas de mano obligó a explicar los contenidos a escuchar, descubriéndose a maestros de la palabra como Pepe Viyuela o los componentes de Anacronía. Otras veces no se escuchó a sopranos superadas por la sala o una incomprensible producción con muchos sinsentidos en Isla. Hay maridajes que envenenan.
Un resumen lleno de satisfacciones de un FIS que ha recuperado el primer nivel europeo como festival internacional. Un mes de alegrías, algo que estaba en el ambiente de los artistas que seguían el consejo wagneriano: «La alegría no está en las cosas, está en nosotros»... y en el FIS 2021.
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