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Si es usted solo un alumno primerizo en Paternidad, no siga leyendo: lo que aquí se relata puede herir su sensibilidad y bajo ningún concepto ... debería intentarlo en casa. Este proyecto ha sido realizado por profesionales.
7 a.m. Día cualquiera. Me levanto desorientado. He soñado movidas raras, con agitaciones, y golpes desde la negrura del sueño. Abro los ojos y compruebo que hemos dormido cuatro en una cama de dos. Un 40% de nuestros hijos compartiendo lecho con nosotros. Y encima es como si hubiera dormido al lado de una estufa. Cojo el termómetro y efectivamente, uno de ellos tiene 38 y pico. Hasta aquí, casi normal. Lo malo es que ambos padres hemos de ir hoy al trabajo sí o sí. Y que la chica que nos ayuda tiene 39º de fiebre. ¿Quién no ha vivido ese Tetris algún día?
De pronto, una idea. «Oye, ¿no tenía que venir hoy a primera hora el carpintero a lijar la puerta de fuera?». Bombilla encendida. Teléfono llamando. «Hola, Chumi, qué tal, venías hoy, ¿no? ¿Te importa acercarte antes? Genial, gracias».
Chumi: aunque solo una letra lo separe del muñeco diabólico, es un gran carpintero y mejor persona. Tal es nuestra confianza en él: «Chumi, nos vamos ya. Lo único: le dejamos al crío ahí dentro con fiebre: si le sube, él ya sabe cuánto Dalsy tomar, no se preocupe». Y él no se preocupa. Para algo es un profesional. «Vale, pero si quiere algo que me grite fuerte que yo aquí con la lijadora…». Un 'crack'.
Y así salvamos un día más. Dejando a un niño (que con 8 años ya se ha escapado dos veces de casa) con el que viene a lijar la puerta. ¿De quitar la custodia o de doctorado en organización? Quién sabe. A quién le importa. Aquí la clave es sobrevivir hoy. Mañana, Dios dirá.
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