Tener buena mala memoria

Federer, en su reciente discurso en una universidad de EE UU, decía que, de toda su carrera, venció en el 80% de los más de 1.500 partidos que jugó… ¡pero solo ganó el 54% de los puntos! La victoria está en los detalles. Decía que cuando te enfrentas a un punto, nada del mundo es más importante. Pero cuando ha terminado, lo olvidas. Totalmente. Para enfrentarte al siguiente.

Por eso, no solo en el deporte, tengamos una buena mala memoria. Con los amigos, con las parejas y con nosotros mismos: para no quedar anclados en hechos u omisiones que nos hayan afectado. Y digo 'anclados' porque los malos pensamientos son pegajosos. No nos dejan avanzar. En el ámbito psicológico se representa a veces la razón y el sentimiento como un jinete sobre un elefante. El jinete se ve superior y al mando. Pero si el elefante se desboca y sale del camino es incontrolable. Nuestra razón no puede pelear contra los sentimientos: son demasiado fuertes. La única manera de hacer que el elefante se reconduzca es desviarle la atención, anclada en un bucle negativo. Hacerle olvidar. Solo cortaremos nuestra espiral negativa con la voluntad (con un córtex prefrontal entrenado) fijando la atención en otra cosa. Y solo así volverá manso al camino que el jinete, la razón, le indique.

Si esa memoria de elefante que tenemos nos enfanga con malas sensaciones del pasado… nos condicionará el futuro. Por eso, tanto en el deporte como en la vida, entrenemos tener una buena mala memoria.