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Cuántos años dices que tiene?». Es la pregunta más habitual cuando terminas de ver la última peli de Tom Cruise. Habrán visto la imagen del fulano, en el rodaje de 'Misión imposible', saltando con la moto por un precipicio, en modo 'no hay un mañana'. ... Todos se preguntaban qué sentido tenía aquella locura. '¿Qué aporta desde el punto de vista visual que esa figura que cae al vacío sea realmente Tom Cruise o un especialista?'. Se lo digo. No importa ni técnica ni visualmente. Importa 'emocionalmente'. Si no… ¿por qué todo el cine contuvo la respiración cuando Cruise saltó del precipicio?
Y para eso vamos al cine. Para que algo nos corte la respiración. Nos emocione.
En Psicología se dice que el corazón capta mucha más información (ojo, buena y mala) que nuestra razón. El corazón es más potente pero muy tozudo: 'no entra a razones'. La única manera de influir en él es con emociones y con imaginación. E imaginación viene de imagen. Por eso el arte es capaz de alimentar el corazón.
Y por eso sé que aquella tarde en el cine generó un buen recuerdo en mis hijos. También generó cierta mofa que yo dijera que quiero estar como Tom a los 60 años. Qué se le va a hacer, uno tiene sus aspiraciones. También aspiraba a ser millonario a los 40, pero con el cambio de la peseta al euro se me complicó el tema. No es igual ser millonario de pesetas que de euros.
Y no es lo mismo que detrás de nuestro entretenimiento haya un doble o un trasfondo real, motivador u original. Eso recordarán mis hijos. A Tom (y no a Ethan Hunt) saltando. Recuerdo proviene de 'pasar de nuevo por el corazón'. Y qué es esta vida sino generar recuerdos.
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