Secciones
Servicios
Destacamos
«Que sí, que no», en Yecla ya están preparando las fiestas de la Virgen del Castillo, esperando a que la pandemia no vuelva a chafarles el honrar a su Patrona siguiendo la tradición desde los tiempos de Felipe IV, o de 'las Meninas'. Todo empezó cuando el 17 de agosto de 1642, 61 arcabuceros yeclanos, al mando del capitán Zaplana, acudieron a la llamada del rey en la guerra de secesión de Cataluña para luchar por la unidad de España, y volvieron todos sanos y salvos, por lo que subieron a la ermita a dar gracias a la virgen del Castillo, disparando sus arcabuces, unos cuantos siglos antes de la asimétrica España.
Lo cierto es que cuando uno se adentra en esta localidad enclavada al noreste de Murcia, no tarda en percibir su verdadera alma, que con olor a pólvora, está entregada durante todo el año a la devoción de su Patrona, y a sus fiestas, gracias a la labor de la Asociación de Mayordomos de la Purísima Concepción y de todo el pueblo convertido en soldadesca de la Virgen, bajo las órdenes de su capitán.
Y es que en Yecla es el único sitio donde se mantiene el tradicional 'Alarde' en el que las milicias concejiles hacían ejercicios de tiro y mostraban sus emblemas y armas a la población, tradición que toma vida con motivo de la celebración de las fiestas de la virgen del Castillo, siendo dicho 'Alarde' un fiel reflejo de lo que era la jerarquía de dichas milicias: el capitán de la compañía con su bastón de mando, acompañado por un paje de armas con una jineta, el cargo de alférez, que es quien juega la bandera, ondeándola delante de la virgen y de todos los presentes, jerarquía que también puede observarse en la obra escrita en 1615 'Fiesta del Ommegand', de Van Alsloot, en la que se representa un desfile de gremios en Bruselas.
Si el alma de la localidad de Yecla está en su fervor a su Patrona, reflejado en sus fiestas que comienzan el 5 de diciembre, tanto en el beneplácito del alcalde a los mayordomos para que puedan comenzar las jornadas festivas según las ordenanzas reguladas por Carlos III, como en la bajada de la Virgen al atrio de la basílica arciprestal y la subida de nuevo al santuario del Castillo, su magia está en el monte Arabí, donde los fenómenos erosivos envuelven de misterio los huecos y abrigos pictóricos de sus cuevas, y sus enigmáticas cazoletas y petroglifos.
Alma y magia que hacen de Yecla un lugar de encuentro con la naturaleza, desde la fe y la devoción.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.