Igualdad: el mejor legado

Con esa idea como principio fundamental, uno siempre ha intentado dar lo mejor de uno mismo en todos los proyectos, profesionales o personales, que ha ido asumiendo a lo largo de la vida. Pero, mucho más –si cabe– cuando se asume una responsabilidad en el servicio público.

Ahondando en este concepto –el de legado– nos centramos ya en la celebración del día de hoy, 8 de marzo –Día Internacional de la Mujer–. Un momento perfecto para recordar todas las conquistas sociales conseguidas por las mujeres… pero también para significar todo el camino que nos queda por delante.

Estos días se pueden contemplar algunas de esas conquistas en las escaleras de la calle Juan de Herrera, en una de las muchas acciones de sensibilización del área de Igualdad. Pero, es indudable también –sobre todo para los que tenemos la fortuna de trabajar en este área– la gran cantidad de ellas que nos quedan por delante.

No obstante, tenemos que reconocer también que en este camino de la igualdad hemos avanzado mucho. Pero los inconformistas queremos dejar un legado en forma de igualdad real y plena, y hasta que no lo consigamos, tendremos que compensar la inercia social con programas y políticas públicas, que es lo que estamos haciendo desde el Ayuntamiento.

Y es que, si antes ya tenía bastante clara la desigualdad social entre mujeres y hombres, ahora –como concejal del área– he podido corroborarla con las magníficas profesionales del Centro de Igualdad al conocer los programas de prevención, sensibilización, etc… que desarrollan. O gracias también a descubrir –en primera persona– el enorme trabajo que realizan las asociaciones.

Debemos poner en valor las conquistas de las mujeres, y ser conscientes del enorme trabajo que nos queda para alcanzar la igualdad real, implicando también a todos los hombres en este camino.

Por eso, los adultos que en su mayoría hemos sido educados por nuestras madres, tenemos la misión de liberar, desde los gustos y aficiones libremente elegidos por cada uno, a las mujeres de gran parte de las tareas que habitualmente han desarrollado. Contribuyendo a su delegación y aprendiendo a disfrutar de estas tareas como ellas lo llevan haciendo toda la vida.

Reivindico de este modo el largo camino que nos queda por recorrer. Un camino que debemos seguir trabajando desde la corresponsabilidad. Cada uno desde las circunstancias que nos toca vivir, pero –sobre todo– juntos frente a lo tradicional, frente a la costumbre y aprovechando que nunca, en la historia de la humanidad, hemos tenido más herramientas… ni hemos estado más capacitados… ni más cerca que ahora… de poder conseguirlo. Esa igualdad será el mejor legado…