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La OMS acaba de recomendar un nuevo tratamiento para pacientes con COVID-19. Recordar que, hasta ahora, tan solo dos medicamentos habían sido recomendados por el organismo internacional: el remdesivir y la dexametasona. Ahora, tras la publicación en la revista Journal of the American Medical ... Association de los resultados de un estudio clínico coordinado por la OMS, la agencia mundial ha avalado la utilización de antagonistas de la interleuquina-6 en pacientes con COVID-19 en fase grave o crítica, junto con corticosteroides.
Sabemos, prácticamente desde el principio de la pandemia, que en los casos más graves de la enfermedad se presenta un cuadro clínico conocido como la «tormenta de citoquinas». Estas son unas proteínas que se encargan de coordinar una respuesta inmune eficaz de acuerdo a la infección y de regular la inflamación; pero en algunas ocasiones, el sistema inmunitario de los pacientes reacciona de forma exagerada, produciendo una respuesta inflamatoria descontrolada y generalizada, que se retroalimenta positivamente y que puede dañar seriamente diversos órganos de nuestro cuerpo, tales como el pulmón, riñón, hígado o corazón, siendo potencialmente mortal.
La tormenta de citoquinas no es un concepto nuevo para los médicos, es un fenómeno que tiene lugar en otras infecciones, en enfermedades autoinmunes y en personas con determinados genes defectuosos. Se piensa que está detrás de la gran mortalidad causada por la gripe española de 1918, debido a la cantidad de personas jóvenes que sucumbieron entonces a la infección.
En este nuevo ensayo, en el que han participado casi 11.000 pacientes, ha obtenido como resultado que el tratamiento de los pacientes con COVID-19 hospitalizados con tocilizumab y sarilumab reduce el riesgo de muerte y la necesidad de ventilación mecánica, aunque en unos porcentajes más bien discretos. El estudio descubrió además que estos fármacos eran más eficaces cuando se administraban conjuntamente con corticosteroides. Tanto el tocilizumab como el sarilumab son anticuerpos monoclonales, que se unen a los receptores específicos de la interleuquina-6, bloqueando su acción; hasta ahora, su uso principal era el tratamiento de la artritis reumatoide.
Tenemos un grave problema de desigualdad en materia de vacunas a nivel mundial; en los países con ingresos más bajos, el riesgo de contraer la COVID-19 de forma grave y crítica va a ser mucho más elevado que en las naciones más ricas, con mucha más facilidad de acceso a las vacunas. Dado que estas terapias salvan vidas y evitan la progresión a formas más graves de la enfermedad, estos medicamentos pueden ser claves en la lucha hasta que la distribución de las vacunas se universalice.
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