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En La Planchada no hay amor sino 'love'. El banco de los enamorados, idea notable en sí misma, tiene un corazón gigante que se ilumina de noche, pero es un corazón inglés. El ayuntamiento se sumó a la ola de malinchismo que nos invade e ... ignora su idioma para tomar prestado otro, como si El Astillero, municipio de Cantabria, fuese Sutton o Bexley y la geografía lo acercara a Londres y no a Santander. El amor se les hurta a los vecinos cuando es una de las voces más bellas del castellano, según el resultado de una votación popular celebrada con motivo del Día del Libro. Si en El Astillero hay 'love' y no hay amor, Torrelavega no es la ciudad del sonido, es la 'sound city' que acoge el concurso de 'miss grand', y a los conciertos en los espacios jóvenes santanderinos los llaman 'summer festival' e inventan 'detiending', un palabro inexistente, feo y cursi.
Quizá estemos confundidos y no entendamos nada. La necesidad de que nuestros hijos sean bilingües y aprendan inglés a edad temprana, porque les facilitará la vida, no significa que inundemos nuestras ciudades con títulos ajenos si el término equivalente en castellano define de la misma forma, o mejor, lo que se quiere decir. He utilizado alguna vez la expresión malinchismo, ya que delimita exactamente la «actitud de quien muestra apego a lo extranjero con menosprecio de lo propio», pero también sirven endofobia, xenofilia o, en román paladino, bobería y tontada. Los organismos oficiales están especialmente obligados a la defensa del español. No cabe apelar aquí a la deferencia hacia el posible turista. El significado de un corazón con la palabra amor lo entiende un inglés, un chino, un polaco, un francés y un alemán. Blanco y en botella.
Comienzan a ser infrecuentes los rótulos habituales. Los comercios con el nombre de Lolita Pérez, Pedro Soberón o Ana Ruiz van disminuyendo; los gimnasios son 'gym', 'up', 'body' o 'fitness center', y así hasta el infinito. Basta con darse una vuelta por cualquier lugar de Cantabria para comprobarlo. La Novedad, Frutería José, La Polar, La Vascongada y su letrero de estilo arcaico y memoria de los tiempos de Maricastaña, La Conveniente, El Rincón de Pepe y similares serán excepción. Pero lo inaceptable para el cliente fiel y antiguo del local de barrio, el que fuera de Mingo y Minguín y ahora de Vicente, es que mancillen el santo nombre de barbería y lo conviertan en 'barber shop'. La barbería de tijera, maquinilla, loción y corte rápido y experto, en la que encuentras amigos y conversación, es sagrada, no se toca. Hasta ahí podríamos llegar
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