Secciones
Servicios
Destacamos
Monitores de tiempo libre. Eso parecen nuestros gobernantes. Porque se comportan como tales. Desde el cargo público que ostentan, en cuanto empieza su legislatura, sus ... principales proyectos se destinan a los foráneos. Los más publicitados, luciendo ingentes cantidades de dinero. Gema Igual declara en el rectorado: «Santander, polo de atracción de turismo y ocio». Buruaga regresa de México anunciando planes turísticos a bombo y platillo. Deberían cambiar de oficio y seguir su vocación: directores de Eurodisney, de una agencia de viajes o de un complejo hotelero. Su afán es transformar los entornos rurales y urbanos en grandes parques temáticos para multitudes.
Se complacen en contar los miles de visitantes que llenan las calles. ¿Las llenan para qué? En Santander, Semana Grande, Navidad, puentes festivos, conciertos callejeros… dejan ante nuestras viviendas montones de basura, miles de colillas, orina y nos torturan con fiestas de decibelios ensordecedores. Los turistas son cada vez más efímeros. Vienen por un día o dos, se hacen fotos junto a los lugares más famosos o más anunciados o más fotografiados por quienes los precedieron, para no ser menos y publicarlas también en las redes sociales. Es la moda, lo que impera. Preferimos ver el mundo a través de pantallas y enviar las imágenes a nuestros conocidos («yo estuve aquí»). Hasta nos ofrecen poner marco (de madera o de plástico), al panorama, desechamos la inmensidad del horizonte, hemos de recortarla.
Tampoco a nuestros regidores les bastan las playas, los ríos, las montañas, callejear como uno más por paseos y avenidas. Es necesario ofrecer lo nunca visto. Un banco enorme, un columpio gigante, un marco para la foto del paisaje, un parque acuático o terrestre con monstruos, teleféricos, en fin, lo que sea. Nuestros ediles siempre andan en busca de lo más novedoso y llamativo. Aunque en muchos casos se limitan a copiar lo implantado ya en otros lugares por colegas igual de voluntariosos (ya no queda pueblo sin su nombre en letras gigantescas). Todo se programa para que la imagen se difunda y el turista se convierta en anunciante gratuito (buen negocio: ya no se precisa imprimir trípticos, invertir en una buena página web o costearse un espacio en la prensa nacional e internacional).
Los turistas no votan aquí ni pagan impuestos aquí. Sin embargo, no hay regidor que se precie de tal que no alardee de cuantos enclaves turísticos ofrece en su municipio, sin prestar la misma atención a algunos servicios básicos. Tanta adoración por el foráneo implica una especie de desprecio por el residente, que es quien contribuye a sostener sueldos y proyectos que no necesita en absoluto.
Los jóvenes que no quieran ser camareros deben emigrar. No se implantan Zonas de Bajas Emisiones. En la mayor parte del territorio seguimos sin contenedor marrón. Faltan médicos o se cierran consultorios. En Santander el sistema de basuras es un desastre, la falta de arbolado es alarmante. No se cumple la regulación de velocidad que indica la DGT. No se han establecido caminos escolares seguros. Las ciclovías no están trazadas para quien va diariamente a clase o al trabajo, más bien para el turista de paseo a la playa o el deportista dominguero. El transporte público necesita modernización y mejorar vehículos y frecuencias. No se incentiva el abandono del coche particular. No mengua la contaminación. Se prefiere el cemento a la naturaleza. Y se ha desechado el plan en el que participaron colectivos vecinales para diseñar una ciudad del siglo XXI: otro desprecio. Nada de lo esencial para el bienestar ciudadano interesa ni urge, lo único que les preocupa es el turismo, no importa cuánto ni cómo, si conviene al medio ambiente o excede los servicios disponibles.
Mientras, hay calles que carecen de suficientes bancos. O de papeleras, o de arbolado o de parques frondosos o de aceras anchas con pavimento cómodo y drenante. Porque todo esto necesitan los residentes todos los días del año, sí, pero ¡ah!, si no son turísticas ¿para qué molestarse? Esas no son decorado de autofoto.
¿Para qué votar a alguien que se dedica más a quien pasa de largo que al bienestar de sus electores? A un gobernante no se le elige para ejercer de guía turístico o ser promotor de conciertos, fiestas o complejos hoteleros. Debe centrar su tarea en los residentes, en todos los servicios que precisan, en sus derechos y su bienestar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La explicación al estruendo que sobresaltó a Valladolid en la noche del lunes
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.