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Los Presupuestos Generales de Cantabria son un instrumento, no el único, de la política económica del gobierno. Un análisis preliminar de los presentados recientemente por el Gobierno nos permite valorar su incidencia en la economía regional. En la presentación pública el consejero de Economía manifestó ... sus objetivos: «Éstos serán los Presupuestos del cambio, los presupuestos de la bajada de impuestos, los del crecimiento económico y la creación de empleo, los que den respuesta a las necesidades de los cántabros, de las familias y del tejido productivo». Vamos a ver si estas intenciones se corresponden con el proyecto de presupuestos.
Si comparamos el documento presentado hace pocos días con los presupuestos iniciales consolidados de 2023, los del año que viene crecen un escueto 1% (en Andalucía crecen un 2,5, en Madrid un 20 con respecto a 2022 cuyos presupuestos se prorrogaron para este año). En el caso de Cantabria no es un presupuesto en modo alguno expansivo y difícilmente cambiará la economía regional. Si nos fijamos en el gasto no financiero, sin tener en cuenta el gasto en intereses y amortización de la deuda, se incrementa en un 3,4%. Para ponerlo en contexto en Andalucía, que también presenta un presupuesto austero, este epígrafe aumenta un 5% . Escasos recursos para responder a las necesidades del tejido productivo.
Según el consejero, «el Gobierno en este presupuesto ha recuperado el objetivo de déficit cero». Sin embargo, el documento se presenta con un déficit presupuestario de 17 millones de euros, así como un déficit primario de 20 millones. No son cantidades desorbitadas, pero no se alcanza el déficit cero, que por otra parte no es un objetivo en sí mismo. El objetivo es el que manifestó el consejero y que con este presupuesto no se va a conseguir.
Es cierto que las reglas fiscales de la Unión Europea se van a revisar, como dice el consejero, y conviene ser prudentes. Pero entonces, ¿por qué una bajada de impuestos por valor de 90 millones de euros? Bajada, además, que, contrariamente a lo que nos venden, no le repercute en nada a los más vulnerables, apenas lo van a notar las clases medias y beneficia claramente a las rentas y patrimonios más altos. Una auténtica contrarreforma fiscal que incrementará la desigualdad, al reducir la progresividad del sistema fiscal contraviniendo el mandato del artículo 31.1 de la Constitución y tendrá un efecto negativo en la economía al prescindir de un interesante volumen de recursos para la inversión pública.
Según el Gobierno, «la inversión pública también sube en las cuentas del próximo año con 465 millones de euros presupuestados». Lo cierto es que los capítulos inversores disminuyen un 7,7% sobre lo presupuestado para este año. Los 90 millones de la contrareforma fiscal hubieran permitido incrementar los capítulos inversores en un 18%, esa es la magnitud de la renuncia. Con lo presentado, en el mejor de los casos servirá para mantener las inversiones en proyectos ya en marcha, pero en modo alguno permitirá encarar nuevos proyectos de enjundia. Este dato, negativo para el impulso de la economía, se agrava si tenemos en cuenta que el saldo de los activos financieros es positivo en 58 millones de euros. ¿Qué significa esto?, que tampoco se contemplan inversiones financieras, en proyectos e instrumentos de gestión, que vayan en el sentido de ir sentando las bases de una economía más productiva y con mejor empleo. En sentido contrario los gastos corrientes, que tienen menor efecto multiplicador sobre la economía, aumentan un 5,6%. La disminución de la inversión junto con el incremento del gasto corriente, nos indican el perfil de la política económica del Gobierno.
Decía al principio que el presupuesto es un instrumento de la política económica. La mayoría del resto de comunidades tienen un notable número de instrumentos adicionales que permiten realizar una política económica más ambiciosa, en muchos casos en colaboración con la iniciativa privada, en el marco de los que se denomina el estado emprendedor. Cantabria cuenta con dos de estos instrumentos: Sodercan y el Icaf. En ambos casos descapitalizados tanto en términos de recursos humanos como financieros. Nada de esto se contempla en el proyecto de presupuesto limitando de manera significativa la capacidad de ambos para contribuir al desarrollo económico de la región.
Tenemos pues, un presupuesto que no apura lo márgenes derivados de los incrementos de ingresos de la revisión de la liquidación del modelo de financiación de 2022. Que no tienen un efecto expansivo sobre la economía por su escaso incremento y la reducción de la inversión. Que no dota a los instrumentos complementarios de gestión de medios para fortalecer la política económica. Que contiene una contrarreforma fiscal que reduce el ingreso público, con ello también el gasto público y que incrementará la desigualdad.
La Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal (AIREF) acaba de indicar que Cantabria es la región con menor crecimiento interanual de la economía en lo que va de año. Estos presupuestos, sin ambición ninguna, no harán más que asentar esa inercia paralizante.
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