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Recientemente he finalizado un libro electrónico educativo de acceso gratuito sobre la inteligencia artificial en Medicina y sus aspectos positivos y me he enfrentado al debate permanente sobre el futuro de la humanidad y su relación con la IA. De ese proyecto nacen unas reflexiones ... que comparto con usted. Veamos, partamos de una certidumbre: las aplicaciones de la IA, que abarcan desde el ámbito médico y científico hasta la industria, el entretenimiento y la vida cotidiana tienen el potencial de mejorar la calidad de vida en muchos aspectos. En Medicina, entre otras, ayuda a diagnosticar enfermedades con mayor precisión o al diseño rápido y más barato de nuevos medicamentos; ayuda a la información y la democratización del conocimiento; aumenta la creatividad y la productividad; facilita la gestión y la sostenibilidad, la educación, la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías; y un sinfín de otras ventajas potenciales.
Sin embargo nos enfrentamos a una dualidad. Por un lado la utopía de considerar que estamos frente a una solución idónea para el futuro de la humanidad y por otro la distopía de que vamos hacia una sociedad cada vez más imperfecta. Y considerando los beneficios descritos anteriormente quiero centrarme en los aspectos más negativos y la necesidad de una regulación ética que nos proteja.
Entre los aspectos negativos de la IA se destacan algunos como pérdida de empleos, desigualdad social con beneficio para aquellos con alto nivel educativo e ingresos que controlarían a la sociedad, y pérdida de la verdad, de la privacidad y libertad. Elon Musk, una figura muy influyente en el mundo de la innovación tecnológica y fundador de empresas como Tesla, SpaceX y Neuralink y cofundador de Open AI, ha expresado repetidamente su preocupación por la IA en base a su potencial para superar la inteligencia humana, lo que podría representar una amenaza para nuestra seguridad y control, el desarrollo de armas autónomas y eventualmente una imposibilidad de control por el ser humano. Y coincide con Stephen Hawking que «la IA es potencialmente el peor evento en la historia de la civilización».
La mayoría de nosotros somos humanistas y creemos en la dignidad humana, la importancia del conocimiento y la razón, la verdad y la justicia, la creatividad y la responsabilidad social. Y nos encontramos frente al dilema del miedo generado por estas preocupaciones de personas expertas por una parte y a la necesidad de un impulso razonable de adaptarnos a las nuevas tecnologías por otra.
Necesitamos principios éticos en el desarrollo y uso de la IA y garantizar la transparencia y el control. Las instituciones de la Unión Europea pactaron el 9 de diciembre de 2023 la ley de inteligencia artificial que permite o prohíbe el uso de la tecnología en función del riesgo que suponga para las personas y que busca impulsar a la industria europea frente a gigantes como China y Estados Unidos. Está pendiente de ratificar en el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE. Pero temo que será insuficiente. Las «estrictas» obligaciones que la ley impondrá a los desarrolladores de tecnología pueden ralentizar la innovación en Europa. La ley de IA final carece de la visión y la ambición que las nuevas empresas tecnológicas están mostrando en este momento. Incluso podría terminar ahuyentando a los investigadores y empresas de la UE hacia EEUU y otros países sin regulación estricta.
Yuval Noah Harari lo explicaba así hace semanas, cuando expiraba aquella carta que él firmó junto a otros 4.000 expertos que exigía parar la progresión de la IA durante 6 meses sin respuesta concreta: «Supongamos que nos dijeran que se ha detectado una flota de naves espaciales con extraterrestres muy inteligentes que se dirigen a la Tierra y que estarán aquí en unos años. Supongamos que nos dijeran que estos extraterrestres podrían resolver el cambio climático y curar el cáncer, pero también podrían esclavizarnos o incluso exterminarnos. ¿Cómo reaccionaríamos ante semejante noticia? Debemos actuar ahora para garantizar que la IA se desarrolle de forma segura, o dentro de unos años podríamos perder el control de nuestro planeta y nuestro futuro a manos de una inteligencia 'intraterrestre'».
Pero seamos positivos. Con un desarrollo y una regulación responsable, si la utilizamos con sabiduría y responsabilidad la IA puede ayudarnos a resolver algunos de los mayores desafíos del mundo, como el cambio climático, la pobreza y las enfermedades. Tenemos que creer en un futuro donde la IA y la humanidad coexistan en armonía y para ello no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras la IA se vuelve cada vez más poderosa. Debemos exigir a nuestros políticos que actúen de forma constante y enérgica en su regulación. Debemos impulsar nuestras demandas creando nuevas organizaciones o activando las existentes, desarrollando planes de acción en redes sociales, artículos o presencia en medios de comunicación, activando compromisos en los programas de los partidos en las próximas elecciones europeas... vigilantes, sin descanso e infatigables. Por la seguridad del mundo y de nuestros niños y jóvenes, que son el estímulo permanente y necesitan nuestra energía crítica. Mañana no. ¡Ahora!
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