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Andan por la ciudad, sin ser reconocidos; porque lo suyo no es mostrarse, exhibirse, darse a conocer, salir en los periódicos, fotografiarse. La verdadera caridad es anónima. Y la condición de ángel, también. Acabo de saber de una amiga (simplemente María) que trabajaba denodadamente para ... los demás (como 'voluntaria', sin hábito) en una entidad caritativa u obra benéfica y que, desviviéndose por sus semejantes, todos los días del año, sin horas ni paga ni condicionamientos, la maldita pandemia aprovechó que andaba con la guardia baja para hospedarse en sus maltrechos pulmones. Con tan mala suerte para ella que, tras una penosa estancia en la UVI, entubada, sola, sin poder hablar con la familia, salvo a distancia, rodeada de obsequiosas batas blancas y desconsolados doctores, se durmió en el Señor. A quien con todo su ser servía. Quiero pensar que el tránsito fue dulce. Y que, en tan sublime momento, entendiera el significado de los místicos versos que «En llama de amor viva» San Juan de la Cruz incorpora y dan tanto en qué pensar: «Matando, muerte en vida has trocado». Así es para los creyentes. Dios da la vida y la quita. Al dar vida, predispone al ser para la muerte. Y al dar muerte lo que en verdad da es vida, cielo. «Matando, muerte en vida has trocado». No sé de sacerdote alguno que se exprese tan profundo, con tan hondísimo razonamiento. Empero, a quienes de su solicitud y amor gozaban en esta vida poco consuelo llevará a sus ahora desamparadas existencias saber que al «cortar el hilo» se trueca la muerte en vida. Que, en Ciriego, a María la tierra le sea leve. Y que, en su cielo, ángel sin alas cuide de los ángeles alados como aquí cuidó de los mortales.
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