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Sherlock Holmes, la rosa y la arquitectura

La conservación del patrimonio arquitectónico y cultural de las ciudades ha de ser, en relación con la belleza, una obligación ineludible desde la esfera de lo público

Antonio Bezanilla

Santander

Viernes, 15 de noviembre 2024, 07:14

En octubre de 1893 se publica una nueva aventura de Sherlock Holmes. En ella, el famoso detective británico se pone en modo 'Summa Theologiae' como cuando, hacia 1265, Santo Tomás de Aquino propuso cinco fórmulas para demostrar la existencia de Dios. Con una rosa en ... su mano, Sherlock afirma que «nuestra mayor confianza en la bondad de la Providencia proviene de las flores. (…) Esta rosa es un extra. Su olor y su color aportan belleza a la vida, no son una condición para ella. Solo la bondad concede extras. Por eso, repito, hay mucho que esperar de las flores». Aplicó sin reparos su método deductivo a una enorme (pero discreta) digresión religiosa a partir de una rosa.

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