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El año 1986 fue clave para nuestro sistema sanitario, ya que se promulgó la Ley General de Sanidad, marco jurídico sobre el que se desarrolla. Han pasado casi 40 años y nuestro sistema sanitario languidece, muchos son los problemas que presenta: ineficaz gestión de los ... recursos humanos, carencia de un registro de profesionales sanitarios, burocratización de la atención, profesionales desmotivados, precariedad laboral, un sistema de trabajo rígido, vertical, donde queda diluida la responsabilidad de los equipos directivos, despersonalización y deshumanización de la atención, listas de espera infinitas, aumento de la esperanza de vida, incremento de las enfermedades crónicas, escasa transformación digital, ausencia de auditorías sobre la efectividad de las intervenciones en los procesos asistenciales, insuficiente comunicación y grandes diferencias entre Atención Primaria y los hospitales en presupuesto, recursos humanos y tecnología, un parque tecnológico obsoleto, falta de conexión entre el sistema sanitario y el ámbito de la dependencia, prioridad a la enfermedad y poca a la prevención y el diagnostico precoz.
Nuestro sistema sanitario debe transformarse. Su evolución debe encaminarse a solucionar las nuevas necesidades de las personas, el envejecimiento, la cronicidad, la dependencia, e implantar, perfeccionar y ejecutar programas que refuercen la prevención de enfermedades, la educación en salud y el diagnostico precoz, sirviéndose de los avances tecnológicos, buscando reducir las diferencias de salud en la población e incrementar la salud poblacional.
La actual división asistencial primaria-especializada debe dar paso a la fusión de los dos sistemas en una sola estructura que gobierne de forma conjunta personas y recursos, aglutinando a los profesionales y servicios sanitarios y sociosanitarios. De esta manera, las personas podrán recibir asistencia sanitaria de forma continuada, en distintos entornos, desde su domicilio a la red de centros de atención a la dependencia. Esta nueva arquitectura permitirá una atención más horizontal, atendiendo a la persona de una forma global y personalizada. Optimizará la atención, mejorando la eficiencia, creando equipos asistenciales multidisciplinares, protocolos de trabajo más permeables, una mayor transmisión de conocimiento y una mejor gestión de las listas de espera. Existen formulas diferentes para llevarlo a término, la gobernanza con gerencia única, que aglutine la primaria y especializada, con una mayor relevancia para la primaria, la gestión clínica, una organización matricial, o la integración vía atención primaria terminando con el 'hospitalocentrismo', trasladando a la actual Atención Primaria tecnología resolutiva, permitiéndola autogestionarse, e incluso la 'compra' de servicios intermedios, con un contrato de gestión participado con objetivos compartidos entre hospital y Atención Primaria. Cualquiera de estas formas de gestión, u otras, aumentará la colaboración y conexión en el proceso asistencial y en el seguimiento de los pacientes y no hay duda que llevará a potenciar la colaboración público-privada cada vez más necesaria.
Es prioritario que se pongan en marcha medidas y estrategias para mejorar las condiciones laborales del personal: mejoras en la conciliación, la estabilidad en la contratación de los diferentes perfiles profesionales, la implantación de procedimientos basados en incentivos y rendimiento, promoviendo retención del talento. Al ámbito de la formación se debe incorporar y potenciar áreas como la adquisición de habilidades en nuevas tecnologías, como el análisis de datos o la inteligencia artificial, que mejoran la toma de decisiones clínicas. Se debe potenciar la formación en bioética, obtener capacidades en gestión, mejorar y potenciar habilidades de comunicación y gestión de expectativas.
En el ámbito ético legal es urgente una nueva Ley General de Sanidad –el 74% de su articulado está obsoleto (Ricardo De Lorenzo)–, un Código Deontológico que deberá ser permeable y adaptarse a las nuevas realidades. El área de la bioética y medicina legal deberá introducir determinantes acordes a los adelantos en sanidad, acogiendo todos los supuestos que puedan darse, y se precisa un nuevo desarrollo normativo que incluya reglamentos de buenas prácticas sobre las nuevas tecnologías y su utilización por los profesionales.
El sistema sanitario deberá tomar medidas para que la equidad, en cuanto a una única cartera de servicios, exista para todo el territorio nacional y el acceso a las pruebas validadas llegue a toda la población por igual. Se debe favorecer que nuestro sistema sanitario sea más humanizado, implantar iniciativas orientadas a los espacios, a la arquitectura, al ambiente y lugar de trabajo, así como a todos los agentes implicados (pacientes, familiares, gestores y profesionales).
La investigación deberá ser multidisciplinaria y desenvolverse en un modelo en red, abierto a la coordinación nacional e internacional, buscando la colaboración público-privada, se deberán potenciar los Institutos de Investigación y poner en marcha sistemas que trasladen los avances en investigación a la práctica clínica y la innovación. Por último, el usuario del sistema deberá contar con los medios necesarios para involucrarse activamente en la organización de la salud individual, colectiva y en la toma de decisiones con los profesionales.
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