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Cuando nacieron los primeros rudimentos de la actual informática, hace más de 40 años, en aquel momento nos decían que los papeles iban a desaparecer ... y, en muchos casos, sobre todo en relación con la administración pública, los papeles han crecido exponencialmente; algo similar está sucediendo con las redes sociales. Cuando nacieron, parecía que iban a ser la solución a nuestros problemas de relación y, al igual que en el ejemplo anterior, han provocado el efecto contrario. Por ello hoy quiero hablar del quinto de los pecados 2.0 porque es dañino, es perjudicial para la salud emocional de todas las personas. Vivimos en una sociedad que, al ser occidental, fomenta el individualismo, el sálvese quien pueda, un mundo en el que el buey solo bien se lame y una sociedad a la que realmente debiéramos de llamar individualidad, porque de social cada vez tiene menos. Para muchas personas las relaciones sociales se limitan a determinados círculos familiares, los más importantes, profesionales, los obligados en muchos casos y los amigos, limitados, en muchas ocasiones, por las obligaciones familiares y profesionales.
El aislacionismo es un gran pecado que nos va a acabar pasando factura, si no lo está haciendo ya (somos el país del mundo con mayor consumo per cápita de tranquilizantes y ansiolíticos). Además, tras la pandemia, hemos convertido nuestros hogares en auténticas fortalezas: la comida nos la traen a casa, la televisión, el cine, el ocio, el móvil lo llevamos con nosotros, toda la paquetería nos llega también, buena parte del consumo de sustancias (drogas y alcohol) son caseras y únicamente viajamos porque necesitamos refrescar a nuestro cerebro con nuevas experiencias, con nuevas sensaciones. Tenemos realmente limitada nuestra capacidad de relación y nos aislamos cada vez más, más aún en las nuevas generaciones donde el contacto personal presencial disminuye, aunque parezca que nos estamos relacionando con todo el mundo y únicamente lo estamos haciendo con un dispositivo. Las relaciones más valiosas son y serán las personales. A mí, en concreto, me encantaría que estas ideas que comparto contigo todos los domingos pudieran hacerse mediante un café o un refresco, sentados a una mesa y haciendo que este mensaje tuviera eco y permitiera que todos los que lo estáis leyendo, ahora mismo, pudierais compartir conmigo vuestras opiniones, frente a frente, cara a cara. Si no fomentamos en las nuevas generaciones el salir, relacionarse más en familia o con amigos y les permitimos que se encierren en sus cuartos tecnológicos a compartir unas vidas, que además puede ser hasta peligroso, estaremos sembrando la semilla de un mañana frustrante y limitado en la capacidad de interactuar con otros seres humanos en la realidad, más que en la virtualidad. La vida siempre es más real cuando se la ve de cerca.
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