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Osborne Wilson es un biólogo estadounidense que escribió: «El verdadero problema de la humanidad es el siguiente: tenemos emociones del paleolítico, instituciones medievales y tecnología propia de un dios». Efectivamente tenemos un cerebro primitivo, al que habitualmente me refiero como del paleolítico y que está ... diseñado para nuestra supervivencia y es el que se encarga de generar todas nuestras emociones, las cuales muchas veces no tienen que ver con la realidad que vivimos en el mundo actual. Si vamos desde lo micro a lo macro, en todo lo que produce nuestro cerebro, con la gran ignorancia que aún tenemos sobre su funcionamiento y la inmensa de quien esto escribe, el proceso sería algo así como el siguiente: Partimos de que cada día experimentamos cientos de miles de millones de sensaciones que nacen de nuestro cuerpo y que muchas de ellas penetran en el cerebro, de ahí pasamos a procesar en modo pensamientos, con entre 50-70.000 cada día y muchos de ellos se convierten en emociones, de las cuales llegamos a sentir unas 3.500, aproximadamente, cada día. Estas emociones pueden congregarse en sentimientos específicos y ellos generar determinados estados de ánimo que, conjuntamente, al final, conforman nuestra personalidad.
En relación con todo lo anterior hay un aspecto muy curioso que ahora quiero comentar contigo sobre cómo se comporta nuestro cerebro y es el de la compensación. ¿A qué me refiero cuando hablo de compensación? Me refiero a que nuestro cerebro está diseñado para mantener un equilibrio, también denominado homeostasis, no solamente a nivel biológico, sino a nivel comportamental, en el fondo también es pura biología, de modo que siempre que hay algo que nos provoca esfuerzo o insatisfacción necesitamos compensarlo con algún tipo de premio. Igual que compramos para ahorrar o para premiarnos de modo alternativo, al ahorrar hacemos esfuerzo y al premiarnos disfrutamos de una compensación. Del mismo modo sucede en todo cuanto hacemos; nos ponemos a dieta para conseguir la satisfacción de una mejor figura, hacemos deporte porque las endorfinas nos dan satisfacción y compensamos el esfuerzo con el premio y en otros entornos no satisfactorios, como cuando nos sentimos deprimidos o bajos de ánimo, compensamos comprando cosas y objetos para equilibrarnos. Si vivimos una vida laboral de relaciones o de esfuerzos no compensados, seguramente tendremos que vivir otra paralela para compensar todas esas satisfacciones. Este es el comportamiento del cerebro en esta forma sintética y resumida. He tratado de exponer desde mi propia experiencia personal, como aprendiz del comportamiento del género humano, cómo solemos proceder gracias a este cerebro primitivo que lo 'único' que sabe es de supervivencia, condición necesaria, pero no suficiente para la vida actual. Si compensamos es que algo no estaba funcionando bien, satisfactoriamente.
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