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Como en todas las crisis, o alteraciones del ritmo normal o habitual en el que vivimos, más aún en el ámbito de la economía, éstas ... se retroalimentan en base, no tanto a la realidad, sino por la expectativa que entre todos llegamos a construir de que va a pasar aquello que tememos que pueda suceder. Por eso creo que estamos, una vez más, ante una crisis Pigmalión. El efecto Pigmalión es un fenómeno psicológico que se produce cuando las expectativas que tenemos sobre algo o alguien influyen en su rendimiento. Se trata de un tipo de profecía autocumplida.
Nadie sabe cuál puede ser el efecto dominó, absolutamente multidiverso, que puede llegar a producirse como consecuencia, no ya del efecto de los aranceles, sino de la expectativa que ese efecto puede provocar en la economía mundial. Por supuesto que soy el menos capacitado para poder hacer una estimación de la repercusión que los tiempos que estamos viviendo, basados en las acciones provocadas por Donald Trump, puedan producir en la economía global, pero lo que sí que tengo claro es que el propio mercado, en el que todos participamos, acaba autorregulándose para compensar las ineficiencias que los seres humanos provocamos con ajustes o reajustes, que hacen que la senda de equilibrio y crecimiento se vuelva a recuperar.
Teniendo en cuenta que el equilibrio a nivel individual nunca existe, llegará un momento en que todos estos envites se reacomoden. La única cuestión importante es si alguien perece económicamente por el camino. En cierto sentido, si me permites, esta es una pandemia económica en la que las mascarillas no son otra cosa que actuar con prudencia y con sentido común y no dejarse llevar por la tormenta, lo cual no es fácil, pues cualquier tensión siempre puede llegar a provocar reacciones imprudentes en lo personal, social, económico... En cualquier ámbito. Si estamos tensionados tenemos muchas probabilidades de acabar actuando equivocadamente.
Eso sí, en el caso particular de los políticos, como ahora Trump, y siempre en el corto plazo, porque a largo plazo la Historia siempre nos pone a todos en nuestro sitio, aunque tenga que cambiar su estrategia o dar marcha atrás en sus amenazadores aranceles, ya se encargará de justificarlo, buscando otra profecía, a modo de Pigmalión, para justificar lo injustificable y tratar de obtener réditos, que no son otra cosa que votos potenciales, de sus acciones. Insisto, lo que nadie sabe es cuánto va a durar esta pequeña revolución que, de otro modo más inteligente, podría haber sido una evolución sin dejar ningún tipo de cadáver por el camino.
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