Dios nos libre de los hombres

Todas estas religiones se basan en un ser supremo que, supuestamente, controla nuestras vidas, que nos trasciende a nosotros mismos, que no podemos ver y que, por tanto, como está legitimado por los hombres, tenemos que creer en ello y ahí es donde está el llamado acto de fe. Si todo esto fuera un juego o un ejercicio intelectual no habría mayor problema, pero en la base de todo está el ejercicio del poder, que en unos lugares se lleva a cabo por la fuerza –o se llevó a cabo por la fuerza durante muchos siglos– y en otros en base a seguir unas tradiciones y a ser supuestamente buenos con la divinidad para no perjudicar nuestra vida en el más allá; pero quienes los controlan o nos pretenden controlar lo hacen desde el más acá.

En muchos y diferentes países he podido comprobar estas influencias y el miedo que se suscita en muchas personas generando la duda de esa garantía de una vida eterna que se gana con las limitaciones e imperfecciones de la vida que tenemos ahora entre manos. Creo firmemente en algo superior, con la denominación que queramos aplicarle, creo en una superioridad espiritual, no beligerante, no impositiva, con libertad de elección y de decisión por parte de cada uno de nosotros y creo que ese espíritu de pertenencia, desde lo espiritual, no requiere demostraciones externas, sobre todo de lo que requiere es de un sentido humano para no hacer al otro aquello que no quisiéramos para nosotros mismos. Dios nos libre de los hombres y mujeres supremacistas sobre otros seres humanos.