¿Discapacitados?

Pero ¿por qué no podemos referirnos a cualquier tipo de persona sin tener que calificarla? ¿Por qué nos guiamos por lo visible, por lo aparente? No nos referimos a alguien como el de la prótesis en la rodilla o en la cadera o ese que va por ahí, que tiene una operación en el estómago. Si alguien tiene una especial dificultad física, intelectual, mental, ¿qué más da? Es una persona que merece nuestro aprecio y nuestra calificación en positivo. Como mucho, me parecería aceptable que habláramos de personas capacitadas, distinguiéndolas o destacando aquello en lo que especialmente es distinguible y que nos parece merecedor de que lo reconozcamos de ese modo.

De verdad me gustaría que se dejara de utilizar esta palabra 'la discapacidad'. ¿Por qué no hablamos de la capacidad? ¿Por qué no hablamos de la potencialidad? Como las potencias del alma de San Agustín. Hablemos de las potencias que nos distinguen no de las que nos limitan. Por ejemplo, me apetece hablar de mi sobrina Elena, que tiene una capacidad infinita de amor y ternura, que tiene un alma tan grande que no cabe en todo el Universo, que sonríe como los arroyos cantarines, que disfruta con inmensidad y que es todo afecto. ¿Esto no son capacidades dignas de reconocer? Yo me quedo con esas, me quedo con todo lo bueno que tienen las personas que están especialmente capacitadas para ser mejores que yo en cualquier plano y aspecto. Me parece tremendamente empobrecedor que hoy en día en el mundo de la tecnología, de la maquinaria, de los avances, de los dispositivos mecánicos que llevan a cabo casi todos los esfuerzos físicos que necesitamos, sigamos rindiendo tributo a lo físico, así nos va. Mi sobrina Elena no necesita ansiolíticos ni antidepresivos, como buena parte de la población española y que nos convierte en número 1 mundial en consumo de estas sustancias. Capacitémonos en lo que es verdaderamente importante. Seamos todos capacitados.