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Con la educación que recibimos por parte de padres y el resto de educadores, nos quedamos impregnados de aspectos que se instalan en nuestra personalidad. En mi caso, uno de estos aspectos es el de la puntualidad, mejor dicho el del compromiso a cumplir algo ... en tiempo y forma, ya que creo que la puntualidad va directamente relacionada con el compromiso. En mi caso es una virtud que a veces se convierte en un defecto, pues toda cara tiene un reverso y la parte más negativa de la impuntualidad, o la demora en el cumplimiento de algo en el tiempo, está en las disculpas que se piden cuando uno llega tarde o cumple tarde aquello a lo que se había comprometido a hacer y en esto todos pecamos, con mayor o menor intensidad. Me estoy refiriendo a la rabia que siento, sobre todo en estos tiempos telemáticos, cuando alguien se ha comprometido a una conversación por videoconferencia o a una cita personal y con cierto hábito, no de manera excepcional, suele llegar tarde a su compromiso y simplemente con una excusa o una disculpa parece que todo queda saldado. Fíjate, imaginemos una reunión de 10 personas en la que todos deben de estar presentes para resolver cualquier asunto y una de ellas llega 10 minutos tarde, estando todos los demás presentes en la reunión. Esa persona que llega tarde pide disculpas amablemente y se incorpora de lleno a la reunión, sin darse cuenta de que ha hecho perder un total de 90 minutos de tiempo muy valioso a los nueve participantes que la estaban esperando.
Personalmente soy de los que me gusta llegar pronto a una cita y, en particular, no me importa tener que esperar, salvo cuando es a personas que con reincidencia suelen hacernos perder el tiempo a los demás. Es en estos casos en donde las disculpas más me suelen dañar, más aún cuando el que llega tarde además interrumpe al resto con sus disculpas, sin esperar a que la conversación que está establecida, presencial o virtualmente, se termine o tenga una pausa.
Pedir disculpas es un gesto de buena educación, llegar tarde habitualmente es un acto de mala educación, es un desprecio a los demás, es no valorar el tiempo de las otras personas y, en algunos casos, hay quienes lo utilizan como un acto de darse importancia, porque su tiempo es más valioso que el tuyo y se pueden permitir llegar tarde.
Si a todo esto sumamos que tú eres el anfitrión o quien tiene que dar paso en una reunión, no te puedes permitir llegar tarde un día excepcionalmente, porque el resto de intervinientes, aunque sean de los que llegan tarde habitualmente, te culpabilizarán por tu demora. Disculpas con culpa.
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