Secciones
Servicios
Destacamos
Verás, me voy a meter en este charco hasta el fondo, porque creo que hemos tomado una deriva, en este sentido, que puede acabar siendo perjudicial y ser peor el remedio que la enfermedad. Me estoy refiriendo, ni más ni menos, que al desenfoque que ... se está produciendo en nuestra sociedad con respecto a la igualdad entre hombres y mujeres. Parto de un axioma, para mi indiscutible, y es que hombres y mujeres somos, no iguales, sino idénticos en derechos y oportunidades y en otros aspectos más o menos parecidos o incluso diferentes, excluyendo de estas diferencias las que se refieren a la fortaleza física, que debiera ser la más débil de las fortalezas. Somos cerebro y mente, y cuerpo para sostenerlo sobre los hombros.
Es muy cierto que venimos de una historia demasiado reciente en la que el machismo, los machirulos y los machos alfa predominaban en esta fauna ibérica en la que vivimos. También es verdad que han sido necesarios muchos años de educación en igualdad, de sufrimiento por parte de muchas mujeres en una lucha desigual para conseguir reivindicar todos sus merecidos derechos que, desde el punto de vista práctico, nunca habían tenido. Al tiempo es una verdad absoluta, que la lacra de la agresividad masculina testosterónica, que agrede, mata y limita, hay que seguir persiguiéndola hasta acabar con ella; en eso no podemos desfallecer ni un sólo instante.
Pero también quiero reivindicar que existe una buena parte de la sociedad, de una sociedad que cada vez está mejor formada y preparada, para la que la diversidad de las personas y de los sexos se reduce y se limita a tratar a cualquier ser humano, simplemente como eso, como un ser humano, desde la grandeza que esto significa. Seguramente muchas personas coincidan conmigo en que cuando interactuamos con una persona nunca pensamos si es hombre o mujer o cuál es su condición sexual, simplemente estamos hablando con una persona a la que atendemos, escuchamos, admiramos, nos hace pensar que sentimos afinidad o que nos inspira cariño y ternura y cualquier consideración sobre su sexo, realmente igual da, y para mí esa es la auténtica igualdad. Lamentablemente cuanto más hablemos de igualdad es que menos está presente en nuestras vidas. ¿Cuando hablamos con alguien pensamos en si tiene manos, piernas o lengua para hablar? Esto es lo mismo.
En las cuatro paredes de una cárcel con rejas, quiero a todos los agresores, violadores y asesinos de mujeres, que desean ser libres de ser y de pensar lo que ellas buenamente quieran y también deseo que, antes que tarde, llegue un tiempo en que no tengamos que hablar de estas cosas porque simplemente constituyan un hecho natural del que no sea necesario hablar.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.