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Vamos a tratar de resolver una confusión que suele ser bastante habitual y es la de confundir inteligencia con listura. Según la RAE la inteligencia es la capacidad de entender o comprender, hace referencia a entendimiento, intelecto, talento, raciocinio, etc. y listo es alguien sagaz, ... despierto.
Considero que una persona es inteligente cuando es capaz de resolver problemas complejos de toda índole y si lo hace en mejor medida que los demás entonces diremos que es más inteligente que otros. Se supone que inteligencia, como seres humanos, la tenemos y para eso existen modalidades para medirla, para valorarla; comenzó con el famoso test de Binet, que en el siglo XIX diseñó la Escala de Inteligencia Stanford-Binet. En este sentido la inteligencia es la capacidad que nos diferencia de otros mamíferos y que nos permite ser resolutivos a la hora de enfrentarnos a un problema.
Por otro lado la listura o la persona lista, para mí implica ser despierto, vivo, hábil. El listo es el que ve la oportunidad y actúa; el listo es capaz de asumir el riesgo para emprender una actividad; situación en la que otras personas se toman su tiempo y, cuando deciden actuar, la oportunidad ya es tardía o simplemente ya no existe. El listo no padece la parálisis por análisis que, en circunstancias, el inteligente, al querer evaluar todas las alternativas más adecuadas, puede perder la noción de oportunidad y cuando decide actuar ya es demasiado tarde.
Sobra decir que la combinación más interesante es aquella que es capaz de unir, en la misma persona, una buena dosis de inteligencia junto con la habilidad y la destreza para aprovechar las oportunidades en el mejor momento. De hecho, siempre he considerado que las personas que son fundamentalmente inteligentes pueden llegar a disfrutar de una vida interior más interesante, con una capacidad de análisis muy superior, pero las personas que sobresalen en la sociedad, los pioneros en muchos ámbitos y sobre todo a día de hoy, las personas más mediáticas y las que más dinero consiguen ganar, suelen ser los listos, los más despiertos, los que vieron venir la oportunidad y cogieron el tren en marcha y por la vía adecuada. También es cierto que puede haber muchos listos que acaben en listillos y también es cierto que hay muchos que se adelantan a las oportunidades, por ser demasiado listos, y pierden en su empeño, pero de esos casi nadie se acuerda. El cóctel ideal es tener una inteligencia, no solo lógico matemática y espacial y lingüística, sino también inteligencia emocional, para ser capaz de conducir nuestras vidas satisfactoriamente y a la vez estar un poco despiertos para, cuando menos, no lamentar el no haber aprovechado la oportunidad que se nos puso por delante.
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