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Siempre escuché la frase aquella que decía que 'el saber no ocupa lugar', pero parece ser que eso no es así y sobre todo en ... los últimos tiempos, en donde se están conociendo inversiones multimillonarias, como la que ahora acabamos de conocer, que se materializará en Cantabria, iniciándose en enero del 2026 con una inversión prevista de 3.600 millones de euros y a ejecutar a lo largo de tres fases, hasta completarlo en 2032.
Efectivamente el saber ocupa el lugar de los centros de datos, que son nuestra nube. Cuando decimos, en empresas o en profesionales, que tenemos información compartida en la nube, realmente todos esos datos están alojados en servidores como el que se va a construir en Cantabria que, parece ser, representa el 120% de la capacidad que ahora mismo existe útil en España y que, a buen seguro, en los próximos años, esa necesidad de almacenamiento se va a multiplicar por dos y por tres dígitos con respecto a las necesidades actuales. De un lado todas las herramientas tecnológicas que, a día de hoy, utilizamos cada vez más, requieren más memoria para su procesamiento; por otro la inteligencia artificial, ahora mismo en pañales de lo que va a representar y de todas las necesidades de espacio que va a requerir para procesar los trillones de datos que en cada instante se le va a demandar y, finalmente, las redes sociales, en donde compartimos nuestras vidas, vidas cada vez más digitalizadas y por tanto con mayor necesidad de respaldo, para conservar todos los billones de datos que a nivel personal y profesional vamos generando.
Quizá uno de los aspectos más intrincados de este futuro que estamos construyendo sea, por un lado, la necesidad de aporte energético para alimentar los centros de datos y para refrigerarlos en su procesamiento habitual y, por otro, el riesgo continuo de acoso y derribo de todos los que intentan corromper esos datos para extorsionarnos con su distorsión, con el impedimento de su manejo o con la difusión descontrolada de los mismos. Estoy convencido de que la policía del futuro dedicará buena parte de su energía y de su tiempo a protegernos de estos desmanes, convirtiéndose los centros de datos en equivalentes a las cámaras acorazadas de los bancos con sus reservas de oro, antes en forma de lingotes, y ahora en forma de servidores y siempre con idéntico valor para la sociedad. Tan sólo confío en que seamos capaces de proteger todas estas nubes para que no se conviertan ni en nubarrones ni en futuras tormentas, que aboquen a crisis que nadie queremos ni necesitamos. No estoy en las nubes si digo que el futuro es realmente estimulante y apetece vivir en él.
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