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El mal del tercer cuarto del siglo XX fue el cáncer y aún lo sigue siendo; y el del último cuarto fue el estrés; los del primero del siglo XXI fueron el estrés y la soledad, y los del segundo serán la soledad y el ... aislacionismo, pandemias y guerras al margen. Recientemente comentaba que el mayor problema del continente africano es el hambre y las guerras en todas sus variedades y el mayor problema del continente europeo, de Occidente, es el estrés. En África se muere por carencia de alimentos y de paz y en Europa morimos directa e indirectamente por tratar de mantener unos estilos de vida y unos compromisos profesionales que estresan los órganos de nuestro cuerpo hasta límites insanos.
Creo que todos entendemos que no hay nada ni absolutamente bueno ni absolutamente malo y que toda moneda tiene un anverso y también un reverso, un lado oscuro. En nuestro mundo occidental disfrutamos de muchas comodidades materiales en cuanto a seguridad, salud, alimentos, ocio, para algunos, lujo, tecnología, conectividad, etcétera. En el continente que está a nuestros pies, geográfica y creo que también simbólicamente, se sobrevive en todos los aspectos materiales, con una vida mucho más corta, intensa en la supervivencia y también en las relaciones personales y sociales con los grupos o clanes del entorno inmediato. En nuestro mundo el poder está en los votos, en el dinero, en los medios de comunicación, en la política y en la empresa. En África, en cambio, el poder está en el dinero, en las armas, en el machismo y en la pseudopolítica.
Cada época, cada sociedad, tiene sus males y sus bienes. Nosotros, en particular, vamos a pasar en poco menos de un siglo de la carestía económica a la carestía mental. En cierto sentido estamos enfermando, con tasas de suicidio brutales (las que se publican), con consumo de ansiolíticos y de drogas para inducir el sueño y otras más letales para cubrir, con satisfacciones momentáneas, las insatisfacciones de la vida que llevamos y de los condicionantes que padecemos. Todo ello nos está llevando, a un mundo en el que lo psicológico, como el estrés, la ansiedad, la angustia o la depresión, va a condicionar nuestra calidad de vida, seguramente por encima de todo lo demás, de todo lo material. Es por esto por lo que es conveniente caer en la cuenta de estas situaciones para tratar de mantener un equilibrio entre la economía, el dinero, la satisfacción física y el disfrute junto al amor, el afecto y todo lo que tiene que ver con mantener nuestra mente y nuestro alma bien engrasada. Hay males, esfuerzos o dificultades que se transforman en bienes y también al revés.
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