Los 10 mandamientos de la neurociencia

El primer mandamiento es el de tener siempre presente a nuestras emociones, porque son las que regulan nuestra vida en relación con los demás. En este mismo sentido se ubica el segundo mandamiento y es el de dar prioridad a la inteligencia emocional, porque está constatado que lo que más felices nos hace, a las personas, son precisamente eso, otras personas, las relaciones personales. El tercer mandamiento es tratar de gestionar adecuadamente el estrés y para ello no debemos preocuparnos sino ocuparnos, en las acciones que llevamos a cabo cada día; el estrés está constatado que puede llegar a modificar la carga genética de una persona; también saber que una persona estresada tarda nueve días más en cicatrizar una pequeña herida que una que no lo está.

El cuarto es tener un buen sentido del humor, tenerlo bien engrasado y con una visión optimista de la vida, con una visión de que las cosas se pueden hacer. El quinto es tratar de controlar los tres jinetes del apocalipsis de nuestra seguridad personal que son la timidez, la vergüenza y los miedos; son los grandes enemigos de la felicidad en la relación con los demás; simbolizan nuestra inseguridad. En el sexto recomiendo ser asertivos, es decir, comunicar y transmitir a otros aquello que sintamos, pero sin ofender a los demás y sin callar nada de lo que tengamos que decir.

El séptimo es uno de los que más incumplimos y es juzgar y prejuzgar, ambos están en el mayor cáncer social, que no es otro que las apariencias y el qué dirán. El octavo hace referencia a la empatía, pero aquella que se define como sentir lo que siente el otro, sin que esto implique que tengamos que estar de acuerdo con lo que el otro siente, pero sí ser capaces de ponernos en su lugar en el mundo de sus sentimientos. El noveno es la bondad pues, según la neurociencia, tanto para hombres como para mujeres, es el rasgo más atractivo de un posible compañero de vida. Y el décimo mandamiento es la capacidad de ser resilientes, de sobreponernos a las dificultades.

Termino con la conclusión de un estudio del premio Nobel, Kahneman, que aseveró que la felicidad no depende ni del nivel de ingresos, ni de las presiones laborales, ni del estado civil, sino de las personas con las que nos relacionamos; ahí radica el gran secreto de la felicidad para vivir mejor.