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Todos trabajamos por algo ¿no? O para algo. Primariamente lo hacemos porque tenemos que ganarnos la vida, debemos generar ingresos para poder vivir y desarrollar los proyectos vitales que queramos emprender. Quizá debiera formular la pregunta de otra manera: ¿qué es lo que quiero conseguir ... con mi trabajo? Dinero, comprar tiempo, desarrollo personal y profesional, ser competente, disfrutar de lo que hago o aportar valor a otros... En función de lo que quiera conseguir así me irá en mi trabajo y, en mi experiencia, el dinero, o como vulgarmente decimos, hacerse rico, que es una consecuencia, en todas las grandes fortunas que he conocido nunca su objetivo fue ganar dinero, sino desarrollar y sacar adelante un proyecto en el que creían y, como consecuencia de su éxito, la sociedad le permite que se enriquezca al adquirir sus productos o sus servicios, los que han nacido del proyecto genuino inicial.
Es bueno preguntarnos cuál es el objetivo de nuestro trabajo porque muchas personas podemos entrar en inercias, como el hámster que está en la rueda de la jaula y parece que no sabemos parar e incluso no sabemos hacia dónde vamos porque, de hecho, no vamos hacia ningún sitio, tan solo trabajamos, producimos, madrugamos, viajamos, nos sentamos delante de una máquina, de una línea de producción o de un ordenador y nos dedicamos a producir. En este sentido el trabajo sí que puede llegar a ser alienante.
Sin duda, lo más satisfactorio es disfrutar de lo que haces y para ello, eso que haces, tiene que coincidir con tus cualidades especiales, con un don que te distinga, con algo que sabes hacer mejor que otros o con más ganas o con más eficiencia. Es en esos casos cuando disfrutas con ello, tú mismo sientes que estás haciendo algo interesante, de valor. Es en esos momentos cuando un trabajo deja de ser un trabajo y se convierte en una actividad estimulante que, evidentemente, tiene que estar remunerada, en función de la escasez y del valor de lo que tú haces en el mercado y te permite sentirte, además de útil, que hay una doble ganancia en lo que haces, la económica y la personal, por la satisfacción de los logros conseguidos o por conseguir. También creo que hay personas, del tipo de las que te dicen: voy tirando, entro en la rutina, me quedan cuatro años ocho meses y dos días para jubilarme, para los que el trabajo es el castigo divino que nos sacó del paraíso.
Si estás leyendo este artículo y aún no has empezado en el mundo laboral, trata de encontrar aquello que más te llene, quizá no sea lo más seguro, pero sí lo más estimulante y te permitirá vivir de él y con el trabajo.
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