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Viajando un poco en el tiempo, a mediados finales del siglo pasado, pocas personas tenían la oportunidad de formarse profesional o académicamente y aquellas que ... disponían de los medios económicos, por la familia o por becas, en muchos casos, debían formarse para aquello que sus padres determinaban que era lo más conveniente. Estoy pensando en algunos casos en padres médicos, abogados o contratistas, con hijos que tenían que seguir la estela de su padre, dicho sea de paso en una sociedad eminentemente machista, mucho más de lo que lo es en estos tiempos. Algunas de estas personas salieron adelante profesionalmente por su capacidad, por su determinación o empeño, pero la gran mayoría se llegaron a formar en algo que no se correspondía con sus capacidades, con su talento natural. Otras, como quien esto ahora escribe, pudimos reconducir en cierto sentido aquello en lo que sentíamos que era lo que mejor hacíamos o éramos capaces de hacer. Era una sociedad basada en el trabajo, casi diría que en el sufrimiento de tener que trabajar, y en donde el talento o las habilidades especiales poco importaban.
Siempre he dicho que ojalá tu trabajo deje de ser un trabajo, porque seas capaz o tengas la oportunidad de dedicarte a aquello que más te satisface y para lo que más capacitado estás. Afortunadamente esta visión cada vez está más extendida, pero aún no lo suficiente. Desde estas líneas quisiera decir a padres y a alumnos en proceso de formación que elijan estudiar y formarse en aquello en lo que se sientan más capaces. Que entiendan que no todos valemos para todo, que no todos los cerebros están formados o diseñados para ser buenos en ciencias o en letras, que esto tiene que quedar ya superado, que hay muchas capacidades o inteligencias, en muchos casos aún por descubrir, que se asocian con otro tipo de desempeños o de habilidades y si uno se forma en esa línea, cuando la vida te vaya llevando hacia tu auténtico destino, tendrá el terreno abonado por unos conocimientos que estén asociados a esas habilidades. Y cuando eso suceda, en lugar de trabajar con el sudor de tu frente, trabajarás con tu talento, con tus habilidades, con aquello que te hace único y valioso. Si estás en esta situación ahora mismo y tienes claro cuál es tu talento, adelante y sin miedo y si no lo conoces, busca en tu entorno personas que te puedan ayudar a descubrir esos talentos que para ti ahora están ocultos; en muchas ocasiones, en esto en particular, los demás saben ver mejor que nosotros mismos. En un mundo como el de la inteligencia artificial, la inteligencia natural será cada vez más valiosa; encuéntrala, actívala y disfrutarás de lo que hagas.
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