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Los tres mosqueteros de Dumas eran uno para todos y todos para uno, pero nuestro actual presidente del Gobierno, el Sr. Pedro Sánchez, ha cambiado ... el lema y se ha convertido en uno contra todos.
Eso de que en política vale todo, como en el amor y en la guerra, hemos de impedirlo o, cuando menos, denunciarlo, sobre todo cuando lo que beneficia a uno perjudica a muchos, como es el caso de la convocatoria de estas elecciones impuestas por un tipo que ha antepuesto los siempre aludidos intereses públicos por sus propios intereses, sean los que sean, me da igual si ha sido para que no le criticaran, para anular al adversario político o para dedicarse a bregar en Bruselas.
Es inadmisible que la vida, las vacaciones, de millones de familias en España, hayan tenido que verse alteradas por el capricho de poder de un personaje avaricioso, ególatra y pagado de sí mismo.
Creo que somos muchos los millones de españoles cabreados con esta situación en la que un servidor público, así se llaman cuando les interesa, nos pone a los demás al servicio de sus veleidades y manipula nuestras vidas por su propio interés; al menos en esto me ha quedado clara la superchería de los mensajes que siempre se dan en el sentido de la aludida servidumbre pública; mentira más barata no puede existir.
Con independencia de los méritos de gobierno que este señor haya podido tener (sólo hay que ver la hemeroteca para poder completar libros enteros con denuncias por incumplimientos sobre lo prometido; sin ir más lejos decenas de declaraciones públicas de que iba a agotar la legislatura) y que en este momento se me hace difícil encontrar alguno.
Lo que sí que es cierto es que ha tenido el demérito de poner a millones de familias a los pies de sus deseos para reprogramar vacaciones, reservas de vuelos, billetes de tren y alojamientos hoteleros. O bien tener que dedicar unas cuantas horas a ir a Correos a solicitar el voto, a estar pendientes en nuestro domicilio para cuando llegue la misiva que nos permita ejercer el derecho de voto y no digamos para las miles, sí, miles de familias que van a ver alteradas sus vacaciones por tener que estar presentes en una mesa electoral con toalla y sombrilla y a la orilla del poder de su señoría.
Estoy cabreado porque lo que le reclamo a un político, más aún a un gobernante, es sentido común y no el individual. Me sincero aún más, no sé qué son peores las malversaciones de millones de euros o las manipulaciones de vida de millones de personas; susto o muerte, si hay que elegir, prefiero las primeras, nos cuestan menos.
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