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Ruego me disculpes el atrevimiento por semejante título, pero quisiera aportar dos o tres pinceladas sobre lo que yo creo que significa vivir. La vida la podemos enfocar o valorar de forma positiva o bien de modo negativo, con ciertas resistencias o afiliándonos a ella ... y al hecho de lo que significa vivir. Creo que la vida consiste en cumplir aquella función que sentimos que tenemos que desempeñar, algo que vamos comprobando y constatando según van pasando los años, pero hacerlo siempre con ilusiones, asumiendo los fracasos y aprendiendo de ellos, progresando en todo lo que consideremos que vamos avanzando y que es bueno para nosotros y para los que nos rodean, desarrollando nuestras pasiones, en el sentido de aquello que nos apasiona, de aquello que realmente nos motiva, de lo que nos da esa alegría de vivir y, todo esto, hacerlo con ganas y con ilusión. No cabe duda de que hay momentos difíciles en los que remar cuesta y las manos se nos llenan de llagas, incluso de sangre, por el esfuerzo que tenemos que realizar y sintiendo un dolor grande; en esencia, eso significa el crecimiento: esfuerzo, dedicación y sacrificio para conseguir un resultado positivo y ¿cuál es ese resultado? Pues haber vivido o estar viviendo una vida de la que te sientas razonablemente satisfecho, en la que tus objetivos o buena parte de ellos se hayan conseguido, en donde quieras seguir creciendo y aprendiendo para asumir nuevos retos y, sobre todo y por encima de todo, en donde te sientas y te hayas sentido querido, amado, entendido, soportado, muchas veces, siendo bueno y valioso para las personas que te rodean.
El otro día tuve un sentimiento de ese tipo de empujón, de subidón, que nos nace cuando estamos satisfechos, contentos, acabamos de conseguir algo importante o prevemos que vamos a conseguir algo importante. También hay momentos de bajón, de dificultad, de cuestionarnos muchas cosas, salvo las esenciales y de tener que agachar la cabeza, mirar a la cadena y seguir pedaleando.
Pocas personas he conocido tan vitalistas como lo fue mi padre y quiero aquí dejar constancia de ello porque es la persona que he conocido con más alegría de vivir, con más deseo de vivir y creo que eso forma parte de que llegara casi a los 95 años, sintiéndose muy querido por todos los que estábamos cerca de él. Eso es vivir, eso es la vida, a eso aspiramos y simplemente, con estas pobres palabras, te invito a que medites brevemente, como yo lo he hecho al escribir este artículo, sintiéndote vivo, querido, amado, valorado y cargando pilas para seguir en el envite hasta que el cuerpo aguante y tu misión haya finalizado.
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