África en el callejero

Tan lamentable carencia impide explorar en línea el callejero y percibir al instante las calles, rúas, avenidas, plazas, jardines y farolas (tal la de Pío Muriedas, en la plaza de Numancia) que existen en la capital de Cantabria. Ítem más: de dónde parte y dónde acaba cada una de las vías urbanas existentes y sus cruces y tramos confluyentes. En definitiva: sus circunstancias.

La pavorosa sinrazón bélica existente ahí mismo, al otro lado del Mediterráneo, invita a preguntarse: ¿Cuántas calles hay en la ciudad de Santander con nombre africano? Wad-Ras (o Vad-Ras) mutó en Hernán Cortés, sin motivo ni razón. Discurría muy activamente desde Martillo a plaza de la Libertad (o de Pombo) y en tan escaso, céntrico y concurridísimo tramo se documentan historias dignas de feliz remembranza. Sin forzar mucho la memoria, en el número 3 se tiraba 'La Atalaya', que sentó cátedra periodística cuando lo del Machichaco. Sin Wad-Ras en el callejero la W doble permanecerá virgen hasta que se nombre calle Whiski algún andurrial de alcohol a espuertas por Cañadío.

Ceuta y Melilla no figuran en el callejero local. Sahara, tampoco. Y ni siquiera Belén, que puso en hora el reloj de nuestra era. Por contra, figuran África, Tetuán y Subida al Gurugú. Dotado actualmente este pindio tramo con escaleras mecánicas, de subida ya sólo le queda el nombre.