Ajo mulero

No me consta que el ajo mulero, fácil de hacer y servir, fantástico para el verano, se haya puesto por aquí de tapa en los mesones o servido de cena en las mesas al fresco de las terrazas. Como tantas veces lo tomara servidor en bares de paso, por ancha es La Mancha, cuando la carretera nacional era lo más próximo a un tobogán que imaginarse pueda. Al no llevar huevo, el ajo mulero goza de la acreditada condición de 'tortilla de patata para veganos'. Cuya religión consiste en no comer a sabiendas algo que haya alentado vida. Talmente mi querida nieta Alicia.

Sus ingredientes son el pan 'asentado', de vísperas, las patatas fritas al modo de la tortilla española, cuanto más doraditas mejor que mejor, tomate maduro y ajo porro, con el lujoso añadido de un pellizquito de azafrán manchego, pelo carmesí en rama, estambre puro, no del condimento en sobres abusivamente llamado azafrán y que más bien parece polvo de ladrillo.

A quienes llevan el 'Bar La Mancha', planta baja del Centro-Empresarial El Zoco, Primero de Mayo, 64, Peñacastillo, oportunamente les recomendé que pusieran el ajo mulero en su carta, que de manchega sólo tiene el nombre del establecimiento. Con enmarcada alabanza escrita de una ventera de Almagro que con aparatoso escaparate lo servía canturreando: «Es mi amante mulero / de cinco mulas. / De cinco mulas / es mi amante mulero. / Tres y dos son del amo / las demás suyas».

Y de ella, pardiez, la gracia para servir el ajo mulero con encelante salero.