Bajada de Sotileza llaman al paredón

Los vecinos decimonónicos, que eran más listos que el hambre, nombraban Paredón al muro de piedra argamasada que cerraba al norte el embarcadero de los mareantes del Cabildo de Arriba, quienes echaban las redes y pescaban cuanto con escamas cayera donde hoy circulan autobuses, coches y patines. Antes, claro está, de que Pereda se inventara lo de Sotileza, cuya novela afloró en Madrid, 1883, Imprenta Puello.

Ya en el Alta, un mínimo giro a poniente sitúa al cronista ante la iglesia de Nuestra Señora de la Consolación. A cuya entrada, una lápida recuerda el nacimiento en este barrio del hijo del alcalde que ordenó construir la rampa. Haber transcrito en glosa previa la lauda de Marcelino Menéndez Pelayo me exime de reiterarla. Los vecinos de calle la colocaron el tres de noviembre de 1955 para honrar el centenario del nacimiento del autor más citado y menos leído del mundo. La placa a la vista está de quienes se dirigen al vecino Hospital de San Rafael. Reconvertido en Parlamento de Cantabria. Donde, a veces, se habla y legisla sin faltas de ortografía.