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El tiempo pasa, las horas menguan... Y los hábitos persisten, como lamparones de aceite en ropa blanca. Por más hojas que caigan del calendario, normal es que diciembre sea frío: «Amanecer y anochecer en diciembre son casi a la vez». Quien sale a la calle, ... con las solapas del abrigo subidas hasta las orejas, no ve ni tres montados en un burro. Pleno de nubes, el cielo no permite contemplar al astro rey. Quienes han cambiado la aldea por la ciudad recuerdan los pueblerinos dichos de la infancia: «En diciembre, el pastor y el labriego descuidan las ovejas y atizan al fuego. En diciembre, frío o templado pásalo arropado. La Nochebuena y la Santa, debajo de la manta». Que de sentido común es que «diciembre es un viejo que arruga el pellejo». Por los ventorros con fuego crepitando en el llar y un humeante cocido de garbanzos o alubias para ganar patricia panza qué gran paz para el espíritu es ver nevar tras los cristales: «Cuando en diciembre veas nevar, agranda el granero y el pajar».

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