Doce a la mesa

La ley que regula tal gracia es del año 1870. Y lo que se concede, por Real Decreto, es un perdón de la pena de prisión, sin condenas accesorias. Los indultados salen de la cárcel antes de que finalice su pena privativa de libertad. Y no es infrecuente que la cofradía que obtuvo el perdón brinde al preso indultado la oportunidad de participar en la procesión, con hábito nazareno y la cara tapada o destapada, a su elección.

En Santander, se documentan indultos de presos en fechas varias. Y, asimismo, el lavatorio de los pies (Mandato) por el obispo a doce pobres, que se celebra en Jueves Santo en conmovedor remedo del pasaje evangélico protagonizado por Jesús (Jn. 13,1-20). Y la reparadora comida a igual número de pobres en caritativo remedo de la Santa Cena o Última Cena, icono tan universalmente representado.

'La Atalaya', en la edición del 11.04.1914), refiere que en el Palacio Episcopal se sirvió a los pobres un espléndido menú: 'Consomé de tapioca, potaje de vigilia, frito de crema, bacalao a la crème, menestra de vigilia, merluza asada, postres de cocina y vinos'. En fin, una comida decente para salvar la cara y la mala conciencia en tan señalado día.

Memoria histórica, fiel y real, de futuro reflejo en una revista específica de Semana Santa cuando algún día se publique. Ojalá que a no tardar mucho.