El domingo más memorable

–Quien en Domingo de Ramos no estrena no tiene manos.

El castizo refrán apunta a quien es tan pobre que no tiene trabajo. O a la que no sabe coser. En mordaz referencia a las jovencitas de casa de cuando las prendas se laboraban en casa por las jovencitas de casa con sus manitas de primor tuteladas en artes costureras por las madres. En los tiempos de cuplé que con el cuplé se fueron sólo las jovencitas de casa bien lucían prendas compradas en la tienda. Por contra, las de casa de ir tirando (más bien poco) sólo podían lucir prendas nuevas si se las confeccionaban ellas mismas, sus hermanas mayores, sus madres, sus tías, sus abuelas, sus vecinas... Prendas hechas puntada a puntada, con aguja e hilo; prendas, en fin, sacadas del patrón de una revista, cosidas en casa, en la Singer de casa, para que las jovencitas en edad de merecer lucieran como rosas, nardos o jazmines a la entrada y salida de la misa de Ramos.

Gran revuelo ante la iglesia parroquial. En el disco que guardo memorizado una saeta de Curro Piñana evoca las Escrituras: «Cuando el divino Mesías entraba en Jerusalén, a recibirle salían, todos llenos de alegría, con ramos, palmas y laurel...» ¡Hosanna en el cielo! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! El Hijo de Dios, Dios hecho hombre. El Señor mismo. Jesús en su burrica. Una pieza de artesanía mayor que este año incorporo a mi colección de arte popular. Modelada en barro y pintada a mano por Raquel Blázquez. Fiel al refrán, es mi estreno de este año.