Don Toribio no tiene quien le resucite

Notabilísimos son los personajes que a tan esclarecedor documental accedieron en busca de luz inspiradora. Biógrafos benedictinos, especialmente. Entre otros, Sandoval (1601), Yepes (1609) y Argáiz (1675), quienes lo refieren en sus obras, cuyas fechas señalo entre paréntesis. Y así hasta que el desdén, la incuria, el abandono, las desamortizaciones, las guerras y otras locuras humanas propiciaron la mudanza de tan valioso ejemplar a Madrid. Donde permanece. En honor a la verdad, a buen recaudo, protegido, y digitalizado en la sección de códices medievales. Para que nunca se pierda. Jamás.

Proponía yo entonces que, en curso la celebración del 'Año Jubilar Lebaniego 2017', las autoridades cántabras auspiciaran una edición facsimilar del referido ejemplar. Latente ahora la celebración del 'Año Jubilar Lebaniego 2023-2024', sigo en mis trece. Setecientos años después nada urge tanto como recuperar para Cantabria, en edición facsímil, tan notable tumbo, cartulario o becerro. En gloria y memoria de su esclarecido hacedor, don Toribio. El prior resucitado. Que sería un nuevo modo de resucitarle.