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Siglos atrás, en la portuaria ciudad que a trancas y barrancas se abría a oriente desde Cañadío, una emanación del suelo en forma de musgosa ... loma nombrábase Peñarvosa. Coronada de verdores, la peña de capa herbosa se pintaba a la acuarela en la bahía, entre embarcaciones que entraban y salían. Y así, hasta que el Ayuntamiento la sacrificó en el ara de la emergente dársena de Puerto Chico cuando la ciudad buscaba solares para expansionarse. Crónicas cuentan que desde el muelle de Calderón implacable fue el terraplenado para ubicar la referida dársena, construida por la Unión Mercantil, a los pies de Molnedo y las Bigarrias. Con un primer allanamiento frente al actual Bar del Puerto. Donde las rabas y las gambas en gabardina tienen usía.

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