Hacerse en conciencia un Mateo

En las cafeterías españolas, los mutualistas abominan del cianuro metido de extranjis en la Ley 7/2024, en vísperas de Navidad y de la festividad de los Santos Inocentes. Hecho probado es que Hacienda permanece desde 1998 al margen de la ley y del derecho al no aplicarles de oficio una exención fiscal reconocida por ley. Dicho en plata: haciéndoles pagar en la autoliquidación anual por IRPF más de lo reglamentado, sin que nadie en Hacienda tenga a bien «hacerse un Mateo». Santo y seña del único alcabalero que se jugó el cuello (literal) por ponerse del lado del contribuyente. Robar para Roma, aplicando impuestos abusivos, le hizo rico, poderoso y temido. Mas la asistencia de Jesucristo a una cena que Mateo ofreció a sus apesebrados amigos instó al publicano a cambiar de barca. Su palabra abre el Nuevo Testamento. El Evangelio según san Mateo fue en 2024 para los mutualistas la cucamona de que Hacienda iba a hacerles justicia. Fiando en la ministerial palabra, los mutualistas concedieron unos poderes a Hacienda que ésta ahora proclama nulos por narices.

El papel mojado de la engañifa lo sustituye Hacienda por la muerte a plazos de su dilatada resolución en inciertos plazos venideros. Ergo: más de veinticinco años cargando a hombros con el abuso fiscal como Cristo con la cruz y cuando muchos mutualistas, octogenarios en su mayor parte, transiten al otro mundo sin disfrutar de lo que en vida les robaron los bien pagados confiscadores, se habrá consumado, una vez más, el sacrificio de los santos inocentes. Sin que publicano alguno se haga en conciencia un Mateo.