Al infierno la calle Infierno

El infernal incendio del año 1941 mandó al infierno la calle Infierno. Qué alivio. En Santander, hay Gloria pero no Infierno. Muy plausible es que la calle Infierno, que desapareció con referido infernal incendio, recibiera tan tremendo nombre de la infernal batalla librada por los ... santanderinos contra las huestes del marqués de Santillana. José Antonio del Río Sainz, abuelo de Pick, así lo aventura en 'La provincia de Santander bajo todos sus aspectos' (1885). Glosando la calle Puente, advierte de que es «el único puente seco de la ciudad». Ya que sólo atareados ciudadanos transitan bajo el mismo. Lo sitúa yendo desde la plaza de la Constitución a las escaleras mismas de la Catedral. Y aclara que «en 1466 se convirtieron las calles inmediatas al susodicho puente en un verdadero infierno por la lucha de los santanderinos contra las huestes del marqués de Santillana, que tan escarmentadas quedaron». ¡Tanto que se largaron y jamás volvieron!De Rodríguez Bedia ('De Cantabria', 1890), lo toma y razona Simón Cabarga en 'Santander en la historia de sus calles' (1980), ironizando que, al cabo del puente, por la izquierda se iba a la gloria (Catedral) y por la derecha al infierno (mancebías). En 'Guía sentimental de Santander' (1991), Saiz Viadero, socrático, apunta: «Desaparecieron algunas calles de denominación tan escasamente recomendable como la del Infierno, que comunicaba las buenas intenciones de los clérigos que acudían a la Catedral con las mucho menos santas de las gentes que recurrían a dar rienda suelta a sus pasiones entre los lupanares de la calle Gibaja y la rúa Menor». De todo lo cual, comparten con él memoria los santanderinos más mayorones. Personalmente, recuerdo un menestral de rubias cejas quemadas que suministraba planchas viejas y braseros de cobre al anticuario Enrique Pereda, frente a la Catedral. Cuya recurrente humorada era jactarse de «haber nacido y vivido en el Infierno». Y lo probaba exhibiendo el DNI.