Lauda otoñal

Mes agostado de raíz, color de oro viejo. Tildado de triste y melancólico. Qué solos se quedan los muertos con las yertas flores de septiembre. García Lorca lamenta que 'el otoño haya dejado sin hojas los álamos del río'. Fenecido el risueño verano, la verde ... estación, los frutos recogidos, la arboleda se tiñe de amarillo, aplaudiendo al cielo con las sonajas de sus hojas triscantes. Vagar por la ciudad tiene en otoño el encanto de un melancólico fado. En el parque de Mesones, se deambula entre hojas que el viento acuna, se camina sobre alfombras de hojas con forma de labios femeninos suavemente posadas sobre el verde, hojas que enjoyan los senderos terrales, los atajos de guijo, hojas que al pisarlas recuerdan la fragilidad y renovación de cuanto nace para la muerte. Poeta otoñal fue Juan Ramón Jiménez. Quien cantó el otoño como 'encantamiento de oro' y 'cárcel pura'. Y poeta otoñal fue también Antonio Machado, con su memorable puesta en escena: «Amanecer de otoño / una larga carretera / entre grises peñascales, / y alguna humilde pradera / donde pacen negros toros». Y Gerardo Diego, en el poema 'Otoño', que tiene por protagonista 'a la mujer densa de horas y amarilla de frutos como el sol de ayer', de la que rememora: «El reloj de los vientos te vio florecer / cuando en su jaula antigua / se arrancaba las plumas del terco atardecer». Paseo de Menéndez Pelayo abajo, me acompaña Octavio Paz: «En llamas, otoños incendiados, arde a veces mi corazón, puro y solo». Y en los jardines de Pereda, entre bandadas de pájaros, locos de poniente, aparece como por ensalmo 'el otoño de manos de oro' de Hierro. Y su esperanzado canto para octogenarios: «Por el dolor que nos tiene cautivos / por la sangre que mana de la herida. / ¡Alegría en el nombre de la vida! / Somos alegres porque estamos vivos». ¡Por muchos años!