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Marzas iban y venían, de Selaya a Vejorís. De Vejorís a Alceda y de Alceda a Vejorís. Marzas iban y venían, cantando que yo lo vi.
A la puerta de Casa El Macho se pusieron a cantar sobaucos y quesadas, oiga más no pedimos de ... propi que la voluntad. Voluntad del jefe es que cantéis y comáis. Que cantéis y comáis hasta que de hartos reventéis. Sobaucos por un tubo saca el personal que los marzantes comen a cuál de ellos más.
Raro sería que en Alceda nada pillaran los marzantes para la cazuela, una morcilluca trajo una abuela muy prieta. Y con la morcilluca a su casadera nieta.
Zarabanda a discreción en la Estación del Norte: a la capital de Cantabria marzo ha llegado, bienvenido sea, se cubren los campos con sus flores bellas. Marzo es el primero en lucir las flores démosles sinceros los nuestros amores. Siempre por las marzas hay que saludar, porque es cosa buena el alma alegrar, rinrín, rinrán.
Anhelantes de propina, cantan los marzantes, boinas caladas, corazones palpitantes: «Si no hay oro venga plata, si no cuartos tomaremos, sea cosa de veinte reales sobre poco más o menos (bis). Con el aire, sí; con el aire, no. Con el aire sí, que me enamoró. Las marzas que hemos cantado, me las enseñó mi abuelo, quisiera que se cantaran en los años venideros (bis). Con el aire sí... Si las marzas le han gustado, y le hemos quitau la penuca, rásquese un poco el bolsillo y denos una propinuca (bis). Con el aire, sí...». Con licencia o sin licencia, cantan los marceros. «Ni es descortesía, ni es desobediencia, en casa de nobles, / cantar sin licencia». En la Taberna del Herrero les dan dinero. En la pescadería, un mero. Y en la verdulería, cebolla para la olla.
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