A la memoria de todas las víctimas

Para que sea historia viva la historia de la muerte. El pasado domingo, a mediodía, se conmemoró la tragedia en el lugar de la tragedia, muelle de Maliaño, ante la cruz de piedra cuya solidez contrita el ánimo. Verba volant scripta manent. En el solemne acto conmemorativo, organizado por la Real Asociación Machichaco y presidido por la alcaldesa de Santander y el presidente de la Junta de Obras del Puerto se repartió un coleccionable que todo santanderino de bien debería obtener, leer y conservar.

En aquellas dantescas circunstancias, cuando medio Santander voló por los aires, la existencia del emergente Ciriego resultó providencial. Inaugurado el camposanto el 3 de septiembre de 1893, la explosión del infausto vapor acaecida justo dos meses después puso a prueba el temple de la autoridad municipal, cuya pronta reacción se documenta intachable. Para general conocimiento, «El Atlántico» del inmediato día 4 de noviembre anuncia: «Se ha dispuesto que por de pronto se abran inmediatamente doscientas sepulturas en el cementerio de Ciriego». Sabia decisión: 'Por de pronto e inmediatamente'. En dicha edición, figuran ya dos primerísimas esquelas; las de D. Julián Gurtubay e Iza, fallecido a las cinco de la tarde, y la de don José del Valle y Mier, fallecido «a las cuatro y media de la tarde, víctima de la horrible explosión ocurrida en esta ciudad».