Pan y toros

El pueblo español es por su hondo sentido del humor: «En julio normal, seco todo manantial». Menos el del gusto por la sana holganza y el buen vivir que inspira el caneo, con ganas de darse un cole.

Ante la inminente llegada de Santiago, para el 25, y la celebración de la Semana Grande, apetece recordar la buena disposición con que se recibió en la ciudad de Santander el estreno de la obra 'Pan y toros'; que jugándose sus buenos cuartos con el propósito de ganar muchos más trajo el señor Povedano. El no va más para el sábado sabadete cuya apostilla eludo por archisabida e irreproducible. Estreno en Santander de la zarzuela en tres actos de los señores Picón y Barbieri. Pintura al fresco de la patria en las postrimerías del siglo XVIII, cuando entregado Carlos IV a la torpe privanza de Godoy empezaba a hacerse girones el augusto manto bajo cuyo pliegue cobijara España la gloria de dos mundos.

La crónica (anónima) de dicha zarzuela que publica 'La Abeja Montañesa' (05.11.1886) es antológica. Toda la pinturería de la Corte pintureando en escena, como salmodian los ripios: «...las desgarradas figuras / que pintan a competencia / en tapices y en sainetes / con fidelidad perfecta, / Goya y Ramón de la Cruz / su pintor y su poeta, / que tal pincel y tal pluma / gasta la gente morena». Reto para la actual gente morena que programa la Semana Grande de Santander: Rememorar aquella representación teatral. Sin perjuicio de los baños de ola.