Remembranza teresiana

En Santander, al norte de santa Lucía hay calle y colonia de santa Teresa de Jesús, religiosa, mística y escritora, adonde se arriba subiendo desde la calle del Sol a la de Francisco Palazuelos o bajando desde santa Clotilde al Prado de san Roque y Macías Picavía.

En Castilla al mar, muy santeresino fue Evaristo Silió y Gutiérrez (1841-1874), cuyo poema «Santa Teresa» (1867) fue objeto de favorable glosa y loa cuando en Madrid remontó el vuelo. Reeditarlo en Cantabria poco costaría y sería joya facsímil muy de agradecer por los bibliófilos.

De la abulense también se ocupó el magistral Pancho Cossío (1894-1970), inventor onírico del Racing e inmenso pintor que usaba cachaba como la santa anciana para mantener la verticalidad. Sus monumentales lienzos: 'La Apoteosis de Santa Teresa' y 'La Apoteosis de la orden Carmelita' (1950-1956) para la madrileña iglesia de santa Teresa y san José de los Padres Carmelitas, son de alta cumbre y hondo calado.

Conste, finalmente, que llevando servidor por lazarillo al pintor Pablo Sansegundo Castañeda (1921-2015), nacido en Santander y asentado en Ávila, recreé los pasos de la santa en su ciudad natal y contemplé en el estudio del pintor el retrato en el que la fundadora de las carmelitas descalzas figura bastón en mano, inspirada por el Altísimo. De la imagen sansegundina me traje a casa una reproducción, con un librito-homenaje y el regusto, bendita delicia para el paladar, de las doradas yemas abulenses. Que presumo que él se las comía de tres en tres. Pues yo me las comía de dos en dos y nada objetaba.