San Martín de los cuchillos largos

Pobres chones, puercos, cerdos, gochos, chinos, gorrinos... Cómo tiembran de pavor ante el calendario los pobrecitos míos. El 11 de noviembre fue san Martín. Día en que los cuchillos de los matarifes se afilan en ansia de paposo gaznate. La sabiduría popular anuncia que a ... todo cerdo le llega su san Martín. Arraigada crueldad sacrificial que con toda la razón del mundo repudian los veganos. Qué culpa tiene el pobre cerdito, tan mono él, criado en la cuadra como de casa de que el santoral marque la llegada del santo de Tours, aquél que se partió la capa con una espada para darle la mitad a un desnudo que tiritaba de frío. En llegando san Martín las tocineras criaturas no saben dónde esconderse. El refranero es muy cruel con cuanto acontece en tan señalada festividad. Veranico de san Martín, a los tres días tiene su fin. El viento que sopla por san Martín dura hasta el fin. Por San Martín el ajero, siembra ajos con el dedo. Castañas, nueces y vino son las alegrías de san Martín. De san Martín en adelante, ya no hay diablo que aguante. Por san Martín, abre la espita al tonel y bebe de él. San Martín siembra el ajín, y la vieja que lo decía ya sembrado lo tenía. Ajo: ¿Por qué te criaste tan ruín? Porque no me sembraste el día de san Martín. Por san Martín, se mata al gorrín... Pobre rey de los tocinos y las magras, razón de ser de las morcillas. Su suerte está echada. Con los primeros frescos llega el matancío o matacío, la matanza cerdil. De la que en Cantabria hay literatura a mantas. En San Román, uno de los cuatro lugares del municipio, anualmente se celebran las jornadas de la matanza chonil, obviando a la clientela, detalle muy de agradecer, el mal trago de asistir al tremendo sacrificio de la berreante criatura de colita enroscada.