Viernes de Dolores

Procesión de los Dolores, de la Santísima Virgen de los Dolores, de la Mater Dolorosa, con el puñal de plata partiéndole el corazón y el inmenso dolor de los dolores reflejado en su afligido rostro. Cuánto penar en el rostro. Y qué de angustia en los desplegados brazos y en las erizadas manos. Virgen de alma en las saetas (oración rota) que los flamencos ensayan afinándose la voz con ponches de coñac y huevos crudos. Las rubias palmas ilicitanas salen de los trasteros y asoman en los balcones. Y los cobertores de vistosísimos colores. Y los mantones de Manila de las guerras coloniales que la familia conserva con bolas de alcanfor en la mansarda. En las macetas de barro (huertos de bolsillo), restallan los geranios. Con rosas de pitiminí, claveles y clavellinas se forman ramos para las ofrendas marianas.

En Santander, la Cofradía de los Dolores procesionará, bajo palio, su imagen titular, la Virgen de los Dolores. Obra de vestir que el escultor Daniel Alegre Rodrigo realizó en 1941. Circunstancias mandan. La triste actualidad que conmueve a nuestro tiempo no ha pasado desapercibida a los cofrades. Para este año, de salud menguante y genocidio incesante, se anuncia que la Dolorosa llevará manto negro (riguroso luto castellano), en las procesiones de Jueves Santo y Viernes Santo, en homenaje a las víctimas del covid-19 y de la guerra de Ucrania.

Dolor sobre dolor. ¿Cuándo querrá el Cielo, por intercesión de la Madre, que tanto dolor acabe y que los besos borren para siempre las lágrimas de los rostros?