La Voladora

Por 'inutilizada', la Junta Central de Socorros le concedió una ayuda de 50 pesetas con otras 750 que llegaron más tarde. Ochocientas pesetas por la pierna que la curiosona perdió cuando se acercó a ver lo que pasaba en el puerto y del puerto salió despedida en tremendo vuelo sin motor. Al histórico aviso del establecimiento, únese la motivación mercantil: «Inspiración portuguesa, referencias marineras y mucha personalidad, esos conceptos hacen un buen resumen de este proyecto, que tanta satisfacción nos ha dado».

Y, también, a sus parroquianos que se desviven en elogios, copichuela en mano. En cocina, maridan tradición con innovación. De la decoración, atraen unos elegantes murales realizados por el atelier Bathco. De los cuales enamora especialmente 'La Sirenita de Santander'. Tan bella y azulada. En barra, gustan las copas con tapas de alivio. Y en mesa, las exquisiteces de marisco. Entre trago y pincho, los parroquianos aclaran a los curiosos que la Voladora fue madre de María Cruz López Muriedas, la Cruza de Puerto Chico. De ésta, malas lenguas bien informadas aseveran que se peinaba los cabellos mojando el doble peine de hueso de cachalote en el lebrillo de las chufas a remojo que vendía a raqueros y señoritingos.