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Más 25 años pidiendo justicia para cientos de familias y aquí seguimos, organizando la XXV Ruta de los Inocentes que celebraremos en solo unos días. La vida es lo que se va mientras se esperan las soluciones prometidas.
Escribir pegado a una cama en un ... hospital te puede dar una visión más relativa de todo lo que pasa a tu alrededor. Aquel tópico de la salud es lo primero se convierte en una realidad cuando ves la lucha de tantos, simplemente, para poder seguir entre nosotros. En los últimos años, los afectados por las sentencias de derribo hemos visto con demasiada frecuencia esta situación, familiares y amigos que se nos han ido... A no pocos les hemos engañado, descaradamente, diciéndoles que el tema de los derribos ya estaba solucionado. A veces incluso les podíamos enseñar declaraciones de los máximos responsables de nuestra Comunidad que así lo aseveraban. Todo ello, con la sana intención de mitigar su dolor y no aumentar la injusticia que supone que, después de más de un cuarto de siglo, las administraciones públicas no hayan sido capaces de reparar el grave daño que les han causado.
Es tanto el tiempo viviendo pendientes del derribo de sus casas que hace mella en cualquiera. Siempre entre las promesas incluidas de unos y con resoluciones de otros, que no hacen más que meter el miedo en el cuerpo a los que nunca habían cometido un delito, ni siquiera un ilícito legal.
Pese a tener su patrimonio secuestrado por las citadas sentencias que recaen sobre sus viviendas, tienen que seguir pagando sus hipotecas, mientras la justicia, en su ceguera social, no es capaz de distinguir entre la víctima –estas familias– y el culpable, ese que ha infligido la legalidad vigente y con sus decisiones no han hecho más que aumentar la agonía de un colectivo que nunca debiera haber tenido que soportar una pena, una condena perpetua, que jamás les correspondía.
El Gobierno y los ayuntamientos son los culpables, de esto no hay la menor duda. Así lo reconoce la justicia en más de treinta y cinco sentencias firmes. Hay que recordarlo una y otra vez, los responsables políticos parecen padecer una amnesia selectiva.
Desde el Parlamento de Cantabria, en innumerables ocasiones se han pedido soluciones y que se acabe con tanta injusticia. La realidad es que la asociación AMA, que agrupa a las víctimas, lo ha escrito, pedido, gritado con todas sus fuerzas desde las ventanas de libertad que los medios de comunicación les han brindado. ¿Qué sería de estas personas sin la luz que han puesto los medios a su situación?
¡Acabemos ya! Terminemos con lo que es una deuda histórica y una vergüenza institucional, maltratar a cientos de familias. Cualquiera que se ponga durante un momento en el lugar de estas familias, se dará cuenta del daño ocasionado.
Siempre recordamos que este colectivo es víctima de las administraciones públicas, porque estas han sido condenadas por los daños morales y materiales que les han producido, pero también son víctimas todos los ciudadanos de Cantabria que, entre todos y a escote, pagaremos los comportamientos irresponsables y condenados de nuestras autoridades; además, según pasa el tiempo, aumentan los costes.
Desde el Gobierno, en esta legislatura, se ha prometido tanto que cuesta mucho comprender ciertas aptitudes. Esperamos que no se cumpla aquello que nos decía Quevedo. «Nadie promete tanto como el que no va cumplir». Que la última resolución del Parlamento de Cantabria aprobada por unanimidad, hace poco más de un mes, no sea también papel mojado cómo tantas otras. Es necesario pasar del mundo de ficción, de las palabras, a actuaciones reales que cumplan sus propios acuerdos, compromisos, resoluciones, iniciativas y proposiciones.
El tiempo es como una nube que todo lo tapa, mandando tantas injusticias al monte del olvido. Ese también es el temor: morir, como tantos amigos, dejando esta injusticia a nuestras familias.
Te asaltan tantas dudas: ¿derribar las viviendas en suelo urbano, para luego volver a construir en el mismo lugar qué valor social protege? ¿Por qué se quiere dilapidar el dinero público? ¿Qué interés hay en que tantos gobiernos hayan mirado para otro lado? ¿Cuál es la razón para no reparar el daño causado? ¿Cuándo la justicia no es justa, de qué nos sirve? Y una certeza: cuando los que deben respetar y proteger nuestros derechos son los que los violan, la indefensión del ciudadano es total.
Echando una mirada desde donde hay tanto sufrimiento, siempre te sale del alma aquello de que la vida ya es demasiado complicada y muchas veces dura, que al menos nuestras instituciones no nos la hagan más insoportable, que tengamos que mentir a los que más queremos para que no sepan que ustedes, los que mandan, siguen escarbando y haciendo más hondo el pozo de la injusticia ¡Qué tristeza!
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